sábado, 28 de febrero de 2015

GERMANA DE FOIX, ESPOSA DE FERNANDO EL CATÓLICO



Seguro que, al ver este título, algunos habrán pensado que me he equivocado o que me he fumado o bebido algo, que me haya sentado mal. Pues ni lo uno, ni lo otro. Esta mujer fue la segunda esposa de Fernando el Católico, tras la famosa reina Isabel I de Castilla, que todos conocemos, aunque sólo sea por la famosa serie de TVE.
Había nacido en 1488 en Mezières, dentro del condado de Foix, muy unido al reino de Navarra.
Sus padres fueron Juan de Foix, conde de Estampes y vizconde de Narbona, y María de Orleans, hermana de Luis XII de Francia.
Como era costumbre en aquella época, para darse a conocer y gozar de los favores del rey y los nobles, la enviaron con sólo 6 años, a educarse en la corte real.
Por entonces, en España, había muchos problemas a causa del testamento de la reina Isabel, datado en 1504.
 En él se decía que, dado el agravamiento del desequilibrio mental de su hija Juana y la enemistad de su yerno Felipe el hermoso, la única posibilidad era que Fernando sería el gobernador de Castilla, mientras Juana se hallara en Flandes, donde solía permanecer habitualmente, por estar junto a su marido.
En el caso de que no se quisiese hacer cargo de sus reinos, esperar hasta que su hijo Carlos, cumpliera los 20 años y tomara posesión del trono.
El problema es que, a la muerte de la reina Isabel, Felipe, apoyado por los franceses, quiso reclamar el poder que le correspondía a su esposa e hizo una llamada a todos los castellanos descontentos para que se pusieran de su parte.
Ante este estado de cosas, como Fernando siempre fue muy hábil en los negocios de la Corona, y a fin de eliminar el apoyo francés a Felipe, decidió casarse con Germana de Foix. A la vez, pactó que, si naciera un futuro hijo de ese matrimonio, heredaría el reino de Nápoles, indemnizaría a los nobles napolitanos que apoyaron a los franceses en la guerra de Italia y pagarían los gastos producidos por la guerra.
Evidentemente, Luis XII, tendría que renunciar a todas sus aspiraciones al reino de Nápoles y dejaría de apoyar a Felipe el hermoso.
Me imagino cómo habría recibido el rey francés este envite. Seguro que pensaría que estaba alucinando y se le harían los ojos chiribitas, pues llevaba ya varios años derramando sangre y dinero de Francia con el objetivo de conquistar Italia y siempre había fracasado ante las tropas castellanas.
Este matrimonio se celebró a toda prisa en 1506, tras la firma del Tratado de Blois, no fuera que Fernando cambiara de opinión.
La novia era muy joven, poco más de 18 años, aunque en aquella época las mujeres se casaban aún mucho más jóvenes. Sin embargo, Fernando, ya tenía 53 años.
Este matrimonio podría poner en peligro la unión de Castilla y Aragón, pero alejaba este último reino de las garras de los Austrias. Eso no gustó a muchos nobles.
En 1509 vino el fruto de esta unión. Nació en Valladolid Juan de Aragón. El problema es que vivió muy pocas horas y el problema continuó.
Felipe no se amilanó. Al llegar a España en abril de ese año, fue recibido por multitud de nobles y se decidió a tomar el poder en nombre de su esposa.
Fernando el católico no tuvo más remedio que firmar la Concordia de Villafáfila y renunciar a ser gobernador perpetuo de Castilla. Así que se retiró a sus reinos en Aragón.
En septiembre de ese mismo año, se produjo, por sorpresa, la muerte de Felipe y el cardenal Cisneros se apresuró a escribir a Fernando para que volviera a Castilla.
En 1512, se volvieron a enfrentar los franceses y los españoles, pues los galos pretendieron apoyar una revuelta contra el Papa Julio II, aliado de Fernando.
Ese mismo año, se produjo la muerte de Gastón VI de Foix, hermano de Germana. Por ese motivo, ella reclamó sus derechos a la corona de Navarra contra la familia reinante de los Albret.
Como la cosa no estaba nada clara, Fernando, apoyado por unos miles de partidarios en Pamplona, decidió invadir ese reino y anexionarlo a Castilla en 1515.
Fernando siempre estuvo muy preocupado por tener un hijo de su nuevo matrimonio. Alguien le recetó un medicamento que le sentó mal y, cuando se hallaba a la altura de Madrigalejo (Cáceres), enfermó de hidropesía y murió en enero de 1516, con sólo 63 años.
En su testamento intentó darle la máxima protección a su esposa, encargando a su nieto, Carlos, que siempre se la considerase como la reina que fue.
Unos años después, para no perder el favor de su sobrino, aceptó casarse con el marqués Juan de Brandeburgo. La razón estaba en que éste era el hermano de uno de los electores para el Imperio y necesitaba su voto para ser coronado emperador.
Parece ser que esta vez no tuvo la misma suerte, porque el marqués, que estaba arruinado, gastó la fortuna de ella y la trató muy mal.
Al final, tuvo más suerte, porque este matrimonio fue muy breve y sólo le duró entre 1519 y 1525.
En 1526, ya con nada menos que 38 años, algo equivalente a los 50 años de ahora, le salió un nuevo pretendiente.
Se trataba de Ferrante de Aragón, duque de Calabria y príncipe de Tarento, hijo del antiguo rey de Nápoles, Federico II.
Realmente, Ferrante, había sido obligado a residir en la corte de Castilla, para que no se rebelara en Nápoles y reclamara su reino.
En 1505, había sido nombrado virrey de Cataluña, pero, con ocasión de la guerra de Navarra, se puso del lado francés, siendo encarcelado en el castillo de Játiva entre 1512 y 1522.
El emperador le devolvió la libertad por su buen comportamiento, pues, cuando sucedió la guerra de las Germanías, los sublevados lo quisieron poner en libertad para que encabezara el movimiento, sin embargo, él se opuso a salir de su celda.
Así que, entre otros premios, le ofreció casarse con nuestro personaje, lo cual estaba muy bien, porque ella era rica y él no tenía dónde caerse muerto.
La boda se realizó en 1526 y no estuvo exenta de críticas, por ser una boda de conveniencia. Además, según parece, ella ya estaba muy gordita y no era nada agraciada.
El emperador siempre la tuvo en mucha estima y la premió con varios cargos como los de lugarteniente de los reinos de Aragón y Valencia, la presidencia de varias cortes celebradas en esos reinos, etc.
Por su parte, ella le cedió al emperador todos sus derechos sobre lo reinos de Nápoles y Navarra.
A lo mejor, por eso, en 1523, la nombró virreina de Valencia y le encargó la pacificación del reino tras la revuelta de las Germanías. También le encargó actuar con dureza contra los cabecillas de la misma y su colaboración en la nueva política para convertir al mayor número de musulmanes al cristianismo.
De igual modo, tuvo que luchar contra la piratería procedente del norte de África, y contra la rebelión de los moriscos.
La corte que montó en Valencia tuvo mucha fama por su apoyo a los músicos y a los literatos de su tiempo.
Murió en 1536, con sólo 49 años, en un monasterio de los jerónimos, después de llevar una vida con un gran protagonismo político, algo inusual en una época donde a las mujeres no se les permitía hacer casi nada.
Hoy en día se ha propagado la hipótesis de que Germana hubiera tenido algún tipo de relación con el emperador Carlos, fruto de la cual nació una hija en 1518, que fue encerrada a perpetuidad en un convento. Realmente, en este caso, todo son conjeturas y no hay nada probado al respecto, aunque sí se dice algo de una hija en el testamento de Germana.
Bueno, como este artículo me ha salido cortito, espero que lo leáis todos y, si es posible, me hagáis algún comentario, por variar.

viernes, 27 de febrero de 2015

LA GUERRA CIVIL EN GRECIA (1946-1950)



Cuando hablamos de una guerra civil pensamos de inmediato en la española o en la de USA, ocurrida en el siglo XIX, entre los Estados del norte y el sur. Esta vez voy a hablar de una guerra civil de la que apenas se habla y, sin embargo, es mucho más reciente y produjo también muchos muertos y mucha desolación en el país donde se desarrolló: Grecia.
Desde los años anteriores a la II Guerra Mundial ya se vivía un
clima de inestabilidad entre los monárquicos y los republicanos.
En 1915 comenzó un cisma nacional entre los partidarios de la monarquía y los republicanos de Venizelos. Este último, intentó convencer al monarca Constantino I para entrar en la I GM en el bando de los aliados. Sin embargo, el rey prefirió la neutralidad, porque era más partidario de luchar en el bando alemán, dados sus orígenes familiares.
El ideal griego siempre fue la unificación de la península helénica con los territorios insulares y los de Asia Menor, donde vivían miles de familias griegas y así construir la Gran Grecia.
Como se preveía el hundimiento del Imperio Otomano, al final de la I GM, Venizelos quería entrar en la guerra para aprovecharse de ello. Sin embargo, los turcos le adivinaron las intenciones y, en 1922, expulsaron de la península de Anatolia a todas las familias griegas.
Todo este descontento dio lugar a la instauración de una dictadura de tipo fascista, liderada por Metaxas, el cual llegó al poder mediante un golpe de Estado en 1936.
En 1940, el ejército italiano de Mussolini hizo, literalmente, el ridículo, al fracasar en su intento de invadir un pequeño país con un mediocre ejército como es Grecia. Incluso, los griegos se quedaron con una parte de Albania, que habían conquistado anteriormente los italianos.
No es muy extraño que un país con un régimen fascista, como Grecia, fuera atacado por otro con el mismo régimen, como Italia. Ya se dio también un caso parecido con la invasión de Finlandia por parte de la URSS, que entonces pertenecían ambos al Eje.
Como los italianos no lo tenían muy claro en Grecia y los alemanes se estaban preparando para la invasión de la URSS, Hitler, no quiso tener después ninguna sorpresa. Así que decidió invadir Grecia y dejarse de pamplinas. Cosa que consiguió con mucha facilidad. También hay que decir que Atenas se llevaba muy bien con el Reino Unido y los alemanes tenían que impedir que los británicos utilizaran sus puertos.
Otro aspecto importante fue que el dictador Metaxas falleció en vísperas de la invasión de Grecia. Al ser un régimen dictatorial y morir el dictador que lo sustentaba, toda la estructura se debilitó y eso lo aprovecharon los alemanes.
El paisaje político del país se resquebraja, en 1941, con la invasión de las potencias del Eje  y de ahí surge la nueva figura de la resistencia formada por los partidos de izquierda y liderada por el PC.
Por otra parte, también es preciso mencionar que hubo colaboracionistas griegos. Concretamente, el general Tsolacoglu, que firmó el armisticio con los alemanes, fue luego el primer ministro de ese Gobierno colaboracionista griego.
Los invasores germanos son mejor recibidos que los anteriores italianos. No obstante, el maltrato a la población llega a producir que en el primer año de ocupación 40.000 personas mueran de hambre.
Lo curioso del asunto es que los monárquicos y los republicanos se unieron para enfrentarse a los de izquierda. La mayor parte del Ejército griego optó por el bando monárquico.
En plena II Guerra Mundial, con el país invadido por los alemanes, ya hubo combates entre esos dos grupos.
El grupo de los partidos de izquierdas fue comandado por una organización llamada ELAS, o sea, Ejército de Liberación Nacional, la cual estaba liderada por los miembros del PC griego, llamado KKE.
Como este partido había sido reprimido por la dictadura y no le había sido posible actuar por vía parlamentaria, no se había “quemado” como los demás y fue bien recibido por la población.
 Sobre todo, porque se dedica a administrar amplias zonas montañosas, que el Gobierno griego siempre ha tenido desatendidas, dotándolas de higiene, educación, sanidad, comunicaciones, fábricas, etc.
Además, como aún está en vigor el pacto entre Alemania y la URSS, al llegar los alemanes ponen en libertad a todos los presos del KKE, que estaban encarcelados por la dictadura.
En el verano de 1944, los monárquicos formaron un gobierno en el exilio, presidido por Georgios Pappandreu, el padre del actual, y localizado en El Cairo. Estaba apoyado por las fuerzas aliadas, y por el rey Jorge II, pero no fue reconocido por los partisanos del ELAS.
Evidentemente, lo primero que hicieron estos políticos fue intentar convencer a la población de su desvinculación con la dictadura de Metaxas, como si no hubieran tenido nada que ver con ella.
Este mismo año, los alemanes evacuaron Grecia y así los monárquicos pudieron regresar a sus casas. El problema era que, como la Resistencia había luchado mucho por Grecia,  querían gobernar el país a lo que el Gobierno monárquico, recién llegado del exilio,  se opuso.
Aunque el pueblo apoyó de forma mayoritaria a los del ELAS, los monárquicos lograron conservar ciertas zonas, gracias a la ayuda británica.
Churchill tenía muy claro que Grecia era un país con una posición estratégica muy importante para los británicos y pactó con Stalin la cesión de Rumania para que le dejaran Grecia dentro de su zona de influencia. Sin embargo, el ELAS era todo un estorbo para sus planes.
Es preciso decir que Grecia salió de la II GM con la cuarta parte de todos sus edificios destruidos, 2.000 pueblos arrasados, las ¾ partes de la marina mercante dañada, 2/3 partes de los vehículos inservibles, 9/10 de las vías del tren habían sido destrui
das y grandes zonas cultivables habían sido dañadas. Esto es muy trágico para un país que no posee muchas zonas cultivables.
Aparte de eso, se sabe que, por lo menos de Salónica, los nazis se llevaron a unos 45.000 judíos a los campos de exterminio. Murieron cientos de miles de personas a causa del hambre. Además de unos 7.000 por los bombardeos y unos 70.000 fueron fusilados.
En 1945, se firmó el llamado Pacto de Varkiza, por el que se logró un alto el fuego, debido a las presiones de los aliados sobre los dos bandos griegos enfrentados.
Por otra parte, se instauró a un regente en el poder, el arzobispo Damaskinos, el cual prometió realizar unas elecciones, bajo la atenta mirada de los aliados.
Este plebiscito se votó el 01/09/1946 y de él salió un nuevo Gobierno de centro-derecha, el cual restauró la monarquía.
El Gobierno salido de las urnas no fue aceptado por los miembros del PC griego, los cuales se volvieron a sublevar  en las montañas de Macedonia y Epiro.
No tuvieron más remedio que huir hacia esas zonas montañosas, pues la tregua les dejó desarmados y a merced de los escuadrones paramilitares, que los buscaban para liquidarles. Había demasiado revanchismo en la sociedad griega. Incluso, los colaboracionistas se pasaron al bando de los monárquicos.
El KKE formó en esas zonas del norte el llamado Gobierno de la Montaña. Por ello, este partido fue prohibido hasta 1974, debido a su popular alternativa
de Estado.
Los monárquicos pidieron urgentemente ayuda  los británicos. El problema es que éstos no pudieron controlar la presión de los comunistas y tuvieron que pedir ayuda a los de siempre, o sea, los USA.
Los soviéticos se abstuvieron de intervenir directamente, pues los aliados habían declarado en las conferencias celebradas durante la guerra, que Grecia pertenecería a la zona bajo supervisión de las potencias occidentales.
Precisamente, por eso mismo, cuando se produjo la sublevación en Hungría, las potencias occidentales no movieron un dedo, reconociendo que ese territorio quedaba bajo la influencia de la antigua URSS.
El conflicto griego fue el primero que se dio en los Balcanes, tras la II GM,  y el primero también de la Guerra Fría.
En principio, los comunistas fueron venciendo, gracias a la ayuda militar y financiera de la URSS y de su vecina Yugoslavia.
Los monárquicos consiguieron ganar la guerra, gracias a la gran cantidad de  ayuda recibida desde el Reino Unido  y, sobre todo, desde USA.
En Washington pensaban que esto era un nuevo tipo de guerra, ideada por Moscú, por la que, a través de infiltrarse los comunistas en puestos estratégicos del Gobierno de cada país, conseguían llevar a éste al Bloque socialista y así podrían llegar a hacerse con las reservas de petróleo de los países arábigos sin disparar un tiro.
Por eso, era prioritario derrotar al ELAS en Grecia y ayudar al país para garantizar una estabilidad política y social en el mismo. Desde entonces, Grecia, estuvo controlada desde la embajada USA en Atenas y la CIA.
Estaba claro que entraban en juego los intereses de la URSS, pues ésta pidió en 1946, en la ONU, la retirada de las fuerzas militares británicas y de USA del territorio griego.
Yugoslavia aprovechó este conflicto para exigir que la Macedonia griega se uniera con la de Yugoslavia,  para organizar una sola república y que estuviera dentro de este último país.
Los partidos que habían configurado la antigua Resistencia quedaron muy debilitados, entre la guerra y sus discusiones internas.
El país quedó tremendamente destrozado. Esto dio lugar a una gran emigración, siendo los principales puntos de destino USA, Australia o Alemania.
La guerra civil dejó a la sociedad griega dividida en dos bandos. Esta división duró hasta el final de la famosa Dictadura de los Coroneles, en 1974, la cual le costó la corona al hermano de nuestra reina Sofía y dio lugar a la III República Griega.
Dado el inicio de la Guerra Fría, en 1947, se trasladó hacia allá una comisión USA, la cual confirmó la singular importancia de esa zona para poder controlar y, en su caso, bloquear, el paso de la flota soviética por los estrechos de los Dardanelos y el Bósforo. Lugar de salida habitual de esta flota hacia Occidente, pues el  Océano Glacial Ártico suele estar impracticable para la navegación.
Desde ese momento, los USA se volcaron en Grecia y en Turquía, enviando gran cantidad de ayuda financiera, aparte de armamento y asesores militares de todo tipo.
Ese mismo año, falleció el rey Jorge II, siendo sustituido por su hermano Pablo I, el cual adoptó una política plenamente a favor de USA, la cual le permitió ingresar en la OTAN, desde la fundación de ese Organismo.
En 1948, la victoria ya se decantaba hacia el bando monárquico, debido a las disensiones de los comunistas de las antiguas URSS y Yugoslavia. Ese año es muy importante, pues, tras la ruptura entre esos dos países, Tito, les cierra la frontera, porque los del ELAS habían apoyado a Moscú y dejaron de recibir suministros a través de ella.
Otro factor que provoca muchas deserciones en el bando del ELAS es que los monárquicos difunden que su organización es partidaria de dar la independencia a Macedonia y a otras zonas del país. Además de calificar de no griegos a los que han jurado obediencia a Moscú.
A finales de octubre de 1949 se produjo la última ofensiva del ejército monárquico en Macedonia y en Epiro, la cual le dio la victoria en este conflicto.
Los últimos resistentes del KKE se refugian en los países del Bloque Socialista y su Comité Directivo se va a Bucarest.
Se sabe que los comunistas, en las postrimerías de la guerra,  evacuaron a unos 20.000 niños griegos hacia los países de su Bloque. Lo que los de la derecha llamaron simplemente secuestro, argumentando que no tenían la autorización de sus padres.
El conflicto, aunque se desarrolló en la cuna de Europa, fue de una violencia extrema. Hubo ejecuciones masivas, decapitaciones y hasta se obligó a algunos prisioneros a pasar por campos minados, para que las minas explotaran a su paso.
Se calcula que murieron en la guerra civil unas 158.000 personas y otras 100.000 se exiliaron en los países vecinos.
Una de las entidades que recibió mayores ayudas, por parte de USA, fueron las Fuerzas Armadas, pues necesitaban que Grecia se desarrollase en paz.
Hasta la época de la dictadura de los coroneles, en 1974, se dio continuamente una violencia revanchista hacia las personas de izquierda, con la excusa de que podían amenazar la paz. Durante todos esos años continua un estado de guerra civil, aunque de baja intensidad.
A partir de entonces, USA, siempre ha manejado de forma descarada la política griega. Ha apoyado la llegada al Gobierno de políticos conservadores, como el caso de Tsaldaris, incluso cambiando la ley electoral.
En 1952 apadrinó el triunfo de un partido parecido al gaullista francés, Reunión Griega, liderado por Papagos, cuyos líderes eran muy fieles a USA.
Incluso, en 1956, le impusieron al rey que nombrara como nuevo primer ministro a Caramanlis.
Además, en 1961, crearon en la OTAN el llamado Plan Pericles, con el fin de que ganara las elecciones la derecha y no el partido favorito de los griegos, correspondiente a la izquierda moderada.

lunes, 23 de febrero de 2015

ALMA TADEMA, EL PINTOR DE LA ANTIGUA ROMA

Hoy me apetece cambiar de nuevo  de tercio y me voy a referir a un pintor que fue muy conocido en su momento, pero que hoy es casi desconocido, aunque he leído que en los últimos 30 años se está redescubriendo su obra. Cosa que me parece algo muy positivo. Desde luego, a mí me gusta mucho, aunque parece un poco repetitivo, en cuanto a sus temas.
El personaje que he propuesto para hoy se llamaba sir Lawrence Alma-Tadema. Nació en 1836 en un pequeño pueblo de Frisia, en Holanda.
En un principio, se llamaba Laurens Tadema, aunque luego lo cambió por el que he indicado antes. Incorporó Alma a su apellido, que era el de su padrino y se hizo llamar Lawrence, cuando se mudó a Inglaterra.
Nació en el seno de una familia más o menos acomodada. Su padre era notario y ya tenía 5 hijos más, además de Laurens.
En 1838, la familia se trasladó a otra población más grande, donde su padre tendría mayor número de clientes. El problema es que al poco tiempo, su padre murió y la madre se quedó sola y con 5 hijos.
La idea de su madre era que nuestro personaje estudiara Derecho y realizara el mismo trabajo que su padre. No obstante, como su madre era muy aficionada a la pintura, insistió en que sus hijos debían de tener una educación artística.
Así, Laurens, se aficionó a la pintura y, como a los 15 años sufrió una grave enfermedad, por lo que los médicos le habían dado muy pocas esperanzas de vida, su madre le dejó dedicarse más al ocio que al estudio, pues, según parecía, le quedaba poco tiempo de vida.
No obstante, logró recuperarse y decidió dedicarse por entero al Arte. En 1852 consiguió ingresar en la Real Academia de Amberes, para iniciar sus estudios. Allí sobresalió entre los alumnos y consiguió varios premios importantes.

En sus últimos años de estudios entabló amistad con el profesor Louis Jan de Taeye, especializado en la pintura de trajes históricos.

Trabajó con él durante 3 años y aprendió mucho, algo que se aprecia más tarde por la precisión de este autor a la hora de representar las distintas figuras en sus cuadros.
A partir de 1858, estuvo trabajando con el pintor barón Jan August Hendrik Leys. Allí pintó su primera obra importante. Se trata de “La educación de los hijos de Clovis” (1861), la cual fue expuesta en el Congreso Artístico de Amberes, gozando de muy buenas críticas. Esta obra fue comprada por el rey Leopoldo de Bélgica. Eso ya le dio cierta fama.
No obstante, Leys, le advirtió que debía de mejorar su estilo, pues el mármol que había pintado en ese cuadro podría confundirse con un queso. Algo que le llevó a mejorar mucho más su estilo.
En su primera etapa se dedicó a pintar sobre temas merovingios. Luego, cambió de temas, porque no parecían muy populares y optó por la pintura sobre el Antiguo Egipto.
En 1862, ya dejó el estudio de Leys y puso su propio estudio, donde, además de dedicarse de lleno a la pintura, también investigó a fondo la etapa histórica en que se desarrollaba cada una de sus obras.
En 1863 hubo claros y sombras. Por una parte, se produjo el fallecimiento de su madre. Por otra, tuvo lugar su boda.
Este momento es muy importante, pues, en su viaje de bodas, visitaron Florencia, Roma, Nápoles y Pompeya, lugares donde nunca había estado antes, pero que le influyeron tanto como para cambiar de estilo y dedicarse a pintar sobre estos temas clásicos de ahora en adelante.
En 1865 recibió en su casa la visita del gran marchante de Arte, Ernest Gambart, el cual había quedado muy impresionado al ver sus cuadros. Así que le encargó nada menos que 24 obras y se llevó 3 para ser expuestas en Londres.
En 1869 murió su esposa, a causa de la viruela, algo que le dejó muy deprimido, tanto como para abandonar su trabajo durante varios meses. Su hermana tuvo que trasladarse a vivir con él para cuidar a las dos hijas del pintor.
Ese mismo año, sufrió una enfermedad, que los médicos holandeses no supieron diagnosticar. Así que su amigo el marchante le animó para que fuera a Londres a ver si allí pudieran curarle.
Durante una visita a la casa del pintor Ford Madox Brown conoció a una joven, de la cual se enamoró, y que luego se convertiría en su segunda esposa.
En 1870 se trasladó con sus hijas a Londres, huyendo de la guerra franco-prusiana. Intentó casarse con su novia, pero su padre se opuso, en un principio, a causa de la gran diferencia de edad, dado que él ya tenía 34 años, mientas que ella sólo tenía 18.
Se casaron al año siguiente, siendo un matrimonio feliz, aunque esta vez no tuvieron hijos. Se la puede ver a ella como modelo, en algunos de sus cuadros.
Su traslado a Londres fue todo un éxito, pues se convirtió en uno de los pintores más famosos y también en uno de los mejores pagados de su época.
Su amistad y su contacto con los pintores prerrafaelistas hicieron modificar ligeramente el estilo de sus obras.
Diseñó un sistema para enumerar sus obras, indicando un número bajo su firma. Lo cual le complicó la labor a los posibles falsificadores de sus obras.
En 1873 realizó un viaje con su esposa que les llevó, durante 5 meses, por Bélgica, Alemania e Italia. Incluso, alquiló un estudio en Roma, donde tomó cientos de apuntes, para sus futuras obras históricas.
En 1879 fue nombrado académico y ese mismo año la Galería Grosvenor de Londres organizó una exposición retrospectiva de este autor, reuniendo nada menos que 185 de sus cuadros.
En 1883 volvió a Pompeya para contemplar las nuevas excavaciones que estaban realizando en ese momento. Durante un tiempo, fue allí a diario para tomar apuntes sobre toda esta antigua ciudad que iba surgiendo de nuevo.
 De esa época data el famoso cuadro “Las rosas de Heliogábalo” (1888), para el que se dice que le llevaron durante 4 meses rosas procedentes de la Riviera, a fin de pintar los pétalos de las mismas que aparecen en el cuadro.
También son de esta época otras obras importantes, como “Un paraíso terrenal” (1891), “Rivales inconscientes” (1893), “Primavera” (1894), “El Coliseo” (1896), etc.

A pesar del aspecto que se ve en sus retratos, se dice que era una persona extrovertida, con el alma de un niño travieso. Por otra parte, también fue siempre muy perfeccionista en su trabajo. No hay que desdeñar que, como buen holandés, también fuera un importante hombre de negocios y llegó a ser uno de los artistas más ricos de su época.
A partir de 1883 su salud se fue resintiendo y fue saliendo menos de casa. No obstante, tuvo que ir a recoger diversos galardones como la medalla de honor de la Exposición Universal de París, de 1889, la de la Exposición Internacional de Bellas Artes de Bruselas, de 1897, etc.
En 1899 fue nombrado sir por la reina Victoria de Inglaterra. A lo mejor, alguno, en un principio, se había extrañado de que, siendo holandés, gozara de este título británico. Fue la octava persona europea y no británica, que había disfrutado de ese honor.
Con la llegada del nuevo siglo, le dio tiempo a participar en la Exposición Universal de París, de 1900, y en la Feria Mundial de San Luis de 1904. En ambos fue galardonado con sendos premios.
Es preciso destacar que, en esta etapa, también se dedicó al diseño de decorados y trajes para obras de teatro. Del mismo modo, realizó muebles e ilustraciones con estilo pompeyano.
Esos muebles se pueden apreciar aún, hoy en día, en algunas de sus pinturas sobre temas pompeyanos.
En sus últimos años repite con éxito el mismo tema en sus pinturas, es decir, mujeres sentadas en terrazas de mármol con el mar al fondo.

En 1909 murió su segunda esposa, lo cual repercutió  en su salud y en su obra, aunque siguió trabajando en su última pintura, “Preparación en el Coliseo” (1912).
Ese mismo año, fue llevado por su hija a un balneario en Wiesbaden,  para tratar su problema con una úlcera de estómago. No hubo suerte, muriendo allí con 76 años.

Su cadáver fue trasladado a su amada Londres y enterrado en su famosa catedral de San Pablo.

domingo, 22 de febrero de 2015

EL ORIGEN DEL CRUASÁN



Hoy voy a cambiar otra vez de tercio y me voy a dedicar a escribir sobre un tema más alimenticio y, seguramente, más del agrado de la mayoría de mis lectores.
Si le preguntamos a la gente sobre el origen del cruasán o croissant, prácticamente todos ellos nos dirán que es un invento francés. Estarán totalmente equivocados, porque, a pesar de que nuestros “amigos” del norte nos han hecho creer ese embuste, no tiene nada que ver con ellos. Otra cosa es que, posiblemente, lo popularizaran los franceses que eso sí que puede ser cierto.
Como siempre, vamos a consultar  la Historia, para salir de dudas y que “los temibles galos” no nos metan gato por liebre.
 Hacia el año 1683, los turcos otomanos estaban muy decididos a conquistar por completo el continente europeo. Ya se habían hecho con buena parte de los Balcanes. Su próximo objetivo era nada menos que la capital del Imperio, Viena.
Los dos imperios llevaban ya casi 150 años de luchas intermitentes por el predominio en esa zona y, en ese momento, iban ganando la “partida” los turcos.
En 1672 habían sostenido una guerra contra los polacos y les habían vencido. Por lo que los turcos se quedaron con la región de Podolia.
En 1681, como parece que se les había subido el éxito a la cabeza, se les ocurrió meterse con los rusos. Eso ya era caza mayor y no tomaron conciencia de ello hasta ser derrotados.
Atacaron a los cosacos, que fueron defendidos por los rusos. Así que los turcos tuvieron que retirarse y devolver los territorios arrebatados a los cosacos.
Como ya he mencionado anteriormente, en 1683, los turcos pusieron sus ojos en la elegante Viena y la rodearon con unos 100.000 hombres. Incluso, se les unieron las tropas húngaras del príncipe de Transilvania Emérico Thokoly.
Los húngaros se enfrentaron con el emperador a causa de la represión que ejercía contra su país y contra los fieles protestantes húngaros. Incluso, se cree que los turcos les habían prometido Viena a los húngaros, en el caso de que llegaran a conquistarla.
Además, a pesar de que los turcos y el Imperio llevaban unos años en paz, el enfrentamiento entre los austriacos y sus aliados húngaros le sirvió a los turcos como excusa para iniciar otra guerra.
Los austriacos tampoco se quedaron con los brazos cruzados y firmaron un acuerdo de  defensa mutua con el reino de Polonia y Lituania. Algo muy importante en esta historia.
Dentro de la ciudad sólo había unos 10.000 defensores, con lo cual, no tenían demasiadas esperanzas de poder aguantar mucho tiempo el empuje de los turcos.
El emperador tenía, en ese momento, a la mayoría de su ejército intentando contener las amenazas de los franceses.
El ejército turco era imponente, pero, al contrario del que asedió Constantinopla, le faltaba una eficaz artillería para derribar sus murallas.
Esto hizo que el emperador austriaco, Leopoldo I, tuviera tiempo de pedir auxilio al Papa, para que declarase esa guerra como Cruzada y exigiera que todos los países católicos se apuntaran, de un modo u otro, a ella.
Los turcos derribaron algunas de sus murallas, pero no pudieron entrar en la ciudad, a causa del ardor defensivo demostrado por los vieneses, que les había provocado muchas pérdidas a los otomanos.
Esta vez utilizaron otro método, muy usado por entonces. Se trataba de realizar lo que se llamaba una “mina”, que no era más que un túnel subterráneo, dirigido perpendicularmente hacia la muralla y, cuando calculaban estar bajo la misma, colocaban una buena cantidad de leña a la que prendían fuego, para que la derribara.
Lo que pasa es que no contaron con que, por la noche, que es cuando ellos trabajaban en la mina, aunque casi todo el mundo dormía en Viena, estaban despiertos los centinelas y los panaderos.
Estos últimos, al sentir el sonido de los picos, cavando bajo la tierra, dieron la voz de alarma. Eso bastó para que las autoridades militares tomaran las medidas adecuadas para localizar esa mina, matar a los que la estaban construyendo y utilizarla para hacer una salida, matando a todos los turcos que les salieron al paso.
Aparte de ello, coincidió también ese momento con la llegada de las tropas del rey polaco Juan III Sobieski, que, como ya he mencionado antes, había firmado un tratado con el emperador y estaba muy interesado en alejar a los turcos de sus dominios.
Casi todas las naciones cristianas habían apoyado la coalición contra los turcos. Unos mandaron tropas y otros, simplemente, dinero. Como fue el caso de España.
Sin embargo, aunque parezca mentira en un rey, que se confesaba tan católico como Luis XIV de Francia, el rey Sol, apoyó al Gobierno turco.
No debería de extrañarnos ese comportamiento por parte de los franceses, pues, anteriormente, Francisco I, durante su enfrentamiento con el emperador Carlos V, había hecho lo mismo.
Así, el 12/09/1683, el ejército aliado se presentó ante los turcos. No sé si el gran visir Kara Mustafá, jefe de estas tropas, se desternilló de risa, al ver que los efectivos cristianos eran, más o menos, la mitad que los turcos. Así que ni se molestó en colocarlos en orden de batalla.
Visto el panorama, el rey polaco ordenó una carga brutal a cargo de sus famosos “húsares alados”, una célebre unidad de caballería pesada que se distinguía por llevar cada jinete unas alas a la espalda de su armadura.
Esta unidad se hizo famosa, porque, al tener unas picas más largas  que las unidades de piqueros de infantería, podían destrozar a estas formaciones. Cosa que no solía conseguir, por aquel entonces, ninguna unidad de caballería.
Como ya he dicho, el rey polaco, ordenó una carga de esta gran unidad, que pilló por sorpresa a los turcos, los cuales seguían en su campamento y en sus trincheras de asedio, esperando
 tan ricamente, y, cuando llegaron esos jinetes, no quedó títere con cabeza. Luego, las unidades de infantería acabaron el trabajo.
Se calcula que murieron entre 12.000-14.000 turcos, más unos 5.000 heridos y otros tantos prisioneros. Por el contrario, las fuerzas aliadas sufrieron unos 2.000 muertos y otros tantos heridos.
Así, en menos de una hora, acabó esa batalla y se puso fin al asedio de Viena. El rey polaco envió una carta al Papa, Inocencio XI, donde, al estilo del gran Julio César, escribió:
"Vinimos, vimos y Dios venció”.
Esta batalla es conocida hoy en día como “Batalla de Kahlenberg” o de Viena y se dio muy cerca de las murallas de la capital. Tras ella, los turcos se retiraron a Hungría y no volvieron a intentar expansionarse por Europa. Los países de la zona fueron recuperando con el tiempo los territorios que les habían sido arrebatados por éstos.
Como los sultanes turcos siempre han tenido muy mal perder, como se ha visto a lo largo de la Historia, pues esta vez le tocó el turno a Kara Mustafá, jefe de las tropas turcas en esa batalla.
Fue detenido en Belgrado y ejecutado con un cordón de seda, por orden del jefe de los jenízaros.
Luego, enviaron su cabeza, en una bolsa de terciopelo al sultán Mehmed IV, que se hallaba con su corte de Estambul.
Por si alguno no lo sabe, los jenízaros eran la unidad más potente del ejército turco. Sin embargo. No estaba compuesta por gente de ese origen, sino que solían ser soldados de origen cristiano, que habían sido raptados por los turcos, siendo aún niños, y radicalizados de  tal forma que conseguían que tuvieran un enorme odio hacia todo lo cristiano.
Para conmemorar esta importante batalla, el rey polaco, Juan III Sobiesky, encargó a los pasteleros vieneses unos panes especiales y estos panecillos, que gustaron a todo el mundo, porque tenían forma de media luna y, cada vez que se comían uno, parecían representar su victoria frente a los turcos.
También existe otra versión que dice que fue el emperador austriaco,  Leopoldo I, el que premió a los pasteleros vieneses, permitiéndoles que pudieran llevar una espada, como los caballeros y éstos, como agradecimiento, confeccionaron unos panes dedicados al emperador y estos panecillos con la forma de la bandera de los turcos, a los que llamaron medialuna.
Con el tiempo, se fueron realizando variantes sobre el mismo producto, aunque siempre conservando la misma forma. Podemos destacar varios de estos nuevos  tipos de cruasán, como el que  lleva vainilla en su interior, el aromatizado con almendra, otro hecho con semillas de amapola o, por último, uno especial al que se le añadieron nueces y miel.
Lo más curioso de este asunto es que los franceses, que, por lo menos, en lo tocante a Luis XIV, apoyaron a los turcos, luego fueron los que lo difundieron por toda Europa.
También se dice que los turcos dejaron, al huir, grandes cantidades de su excelente café. Una buena parte del mismo fue regalado por las autoridades imperiales a un extraño personaje llamado Jerzy Franciszek Kulczycki , llamado en Austria Kolschitzky, el cual actuó en esa guerra como espía a favor del bando imperial, pues hablaba perfectamente turco,  y consiguió contactar con los refuerzos que venían ya en camino, avisando a los vieneses para que no se rindieran y aguantaran un poco hasta que llegaran éstos.

También le dieron mucho dinero por su hazaña y le regalaron una casa en Viena, en un barrio cerca de la catedral, donde instaló la primera cafetería. Así se dice que empezó la tradición de los cafés de Viena.
Parece ser que, tanto él como sus empleados, servían el café vestidos de turcos. Además, fue todo un innovador, pues comenzó a servir el café con leche, algo desconocido entre los turcos. En Viena le han dedicado una estatua y una calle que lleva su nombre.
Espero no haberme enrollado mucho y que os haya gustado esta historia.