sábado, 8 de febrero de 2014

EL INTENTO DE SUBLEVACIÓN DE ANDALUCÍA

Ahora que estamos viendo que hay varias comunidades autónomas que desean irse de España o, por lo menos, es lo que dicen sus dirigentes, porque no sabemos qué piensan sus respectivos ciudadanos al respecto. Me gustaría comentar un frustrado intento de sublevación llevado a cabo por dos nobles andaluces.
1640 fue un año clave en la Historia de España. En ese mismo año, casualmente, se dieron cita dos sublevaciones que pusieron en peligro el imperio regido por Felipe IV de España. Me refiero a las sublevaciones de Cataluña y Portugal, con suerte desigual, y de las que, seguramente, todos hemos oído hablar.
En cambio, seguro que casi nadie ha oído comentar que hubo dos conatos de sublevación, que fracasaron estrepitosamente. Uno de ellos se dio en Andalucía y otro en Aragón.
Aunque nunca ha quedado claro que estos nobles tuvieran intención de deponer al rey en Andalucía, lo cierto es que, como mínimo, estuvieron involucrados en este asunto el IX duque de Medina-Sidonia, Gaspar Alonso Pérez de Guzmán y Zúñiga, y el VI marqués de Ayamonte, Francisco Manuel Silvestre de Guzmán y Zúñiga.
Es posible que esta intentona estuviera relacionada con la rebelión de Portugal, pues la hermana de Medina Sidonia, Luisa de Guzmán, estaba casada con el futuro rey de Portugal, Juan IV, entonces sólo duque de Braganza.
El primero de diciembre de ese año, los nobles portugueses proclamaron nuevo rey de Portugal a Juan IV, como ya he dicho antes. Como este reino pertenecía, desde la época de Felipe II al rey de España, aunque nunca estuvieron unidos políticamente ambos países, el Gobierno español, presidido por el Conde-Duque de Olivares, movilizó las tropas hacia la frontera.
Medina-Sidonia tenía, por entonces, el cargo de capitán general del mar Océano y costas de Andalucía, por lo que estaba obligado a movilizar sus tropas hacia la zona del Algarve, conforme a lo instruido por el rey.
No sólo no lo hizo, sino que formó en Ayamonte una Junta de Guerra, presidida por él mismo, siendo uno de sus miembros el duque de Ayamonte, oprimo suyo.
En la Corte se vio con preocupación la lentitud en los preparativos de Medina-Sidonia. Aparte de ello, llegaron a Madrid unos informes de ciertos espías en Lisboa, los cuales aseguraban que el duque se había puesto de acuerdo con otros nobles andaluces y portugueses, al objeto de sublevar esa región y formar allí un reino independiente, cuyo monarca sería él mismo.
También se decía que, no sólo no habían taponado la frontera, sino que iban a dejar pasar por allí tropas portuguesas para ayudarles y que, además, estaban esperando en Sanlúcar la llegada de una flota franco-lusa, que se encargaría de la ocupación de Cádiz. Mientras tanto, las tropas portuguesas, bajo la dirección del marqués de Ayamonte, se ocuparían de la toma de Sevilla. También se decía que el marqués de Poza se ocuparía de rendir Málaga.
Ante esta situación, que parecía que se les iba a ir de las manos, el Gobierno ordenó a Medina-Sidonia que fuera a Madrid para aclarar este asunto.
También, por si acaso, enviaron a un noble leal, D. Luis de Haro, para que convenciera a los nobles andaluces y dispusieron el envío urgente de tropas a Ayamonte, para taponar la frontera.
Parece ser que Medina tardó bastante en acudir a su cita con el rey en Madrid. Por lo que se comenta, allí declaró que el cerebro de este asunto era Ayamonte, el cual le convenció a él y a otros nobles. También negó haber querido ser rey de Andalucía. Lo único que pretendía era derribar el Gobierno del Conde-Duque de Olivares.
Así, en principio, Medina-Sidonia, fue perdonado, aunque luego le acusaron de nio haber obedecido al rey, y esto le costó el exilio y la incautación de su villa de Sanlúcar, junto con todos los ingresos que percibía de ella.
Ciertamente, resulta muy extraño que Medina-Sidonia quedara prácticamente exculpado de esta sublevación. En cambio, en el caso del marqués de Ayamonte, no se le dio el mismo trato.
Cuando se dirigía a declarar a la Corte, se le apresó en la villa de Illescas y allí se le tomó declaración.
El Consejo de Castilla se vio obligado a abrirle un proceso, aunque, como era natural entre los nobles, se demoró bastante, para no hacerse daño unos a otros.
En la documentación conservada sobre su interrogatorio, pretendió exculparse y cargar todas las culpas sobre Medina-Sidonia, al que, según él, había advertido varias veces de su error. Dio bastantes nombres de nobles que les habían ayudado.
Parece ser que denunció que su testimonio había sido convenientemente manipulado para no inculpar a Medina-Sidonia. Según los expertos, se aprecia que hay diferencias entre el documento original del interrogatorio y el que fue llevado, posteriormente, al proceso, en el cual han desaparecido las referencias a Medina-Sidonia y a otros nombres citados por el interrogado.  
Dado que, según parece, el duque de Híjar, también intentó sublevarse en Aragón, en 1648, y el marqués Ayamonte seguía en prisión, se optó por acelerar su proceso y dar un escarmiento para que no se dieran más sublevaciones.
A pesar de que el propio Consejo de Castilla intentó influir sobre el rey para que le perdonara la vida a cambio de la cadena perpetua, aunque el rey, en principio, estuvo de acuerdo con ello, luego se lo pensó mejor y ordenó su ejecución.
Esta tuvo lugar, mediante decapitación, ese mismo año en el Alcázar de Segovia.
Se dice que Medina Sidonia intentó quedar bien ante el rey de España retando a un duelo al rey de Portugal. Por supuesto, el luso no apareció y el marqués fue objeto de escarnio durante mucho tiempo.
Se puede decir que Felipe IV le perdonó, pero no se le olvidó esa afrenta. Así que le desterró de la Corte y jamás le fue permitido regresar a Andalucía. Aparte de tener que pagar una fuerte multa.
Según parece, la conjura sólo se realizó a nivel de un grupo de nobles, pero no contaron en ningún momento con el pueblo andaluz. Lógicamente, en aquel momento el pueblo no pintaba nada en la política.
No sabemos si tendrían apoyo exterior, como ocurrió en los casos de Portugal y de Cataluña, pero tampoco intentaron sublevar al pueblo, al contrario que en esos territorios.
Se comenta que existe un documento en los archivos, donde se dice que los 3 que delataron a los nobles fueron muy bien pagados. Uno con una buena recompensa y un cargo de importancia en la Armada. Otro con una plaza de contador y un codiciado hábito de caballero en una orden militar. El tercero con otro hábito de caballero y un cargo de veedor general del ejército destinado a la guerra con Portugal.


4 comentarios:

  1. Buen post, Aliado. Pensaba que conocía bien este período, pero me temo que estas sublevaciones se me han escapado.

    Me alegra que hayas hablado de algo tan poco conocido. Quizás si los productores de televisión hicieran más trabajos sobre este tipo de acontecimientos y no que hacen tantas de romanos, igual si se podría disfrutar de un buen culebrón, y con fundamento.

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  2. Se podrían hacer montones de películas sobre nuestra Historia. Evidentemente, no habría que mentir sobre ella, que es lo que se hacen comúnmente.
    Por ejemplo, no recuerdo ninguna película acerca de las guerras carlistas, que fueron tan civiles como la de 1936.
    Lo que siempre me ha llamado la atención es que condenaran a Ayamonte y no hicieran lo mismo con Medina-Sidonia, ya que, por lo visto, serían cómplices. A lo mejor fue así para no enfadar mucho a los nobles.
    Saludos.

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  3. Salve.

    Sí que fue buena cosecha la de 1640, políticamente hablando, sí.

    En cualquier caso, Aliado, una "película" implica directamente que es una "trola"; si narraran hechos verídicos sería un documental.

    Pero sí, hay para hacer un porrón de pelis.

    Muchas gracias y un abrazo amigo.


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    1. A mí, siempre me ha extrañado que castigaran a uno de los implkicados y al otro no. Debe de ser porque tenía mejores padrinos o tal vez, porque sabía cosas que podrían perjudicar a alguien, como siempre ocurre aquí.

      Respecto a 1640, te puedo decir que el otro día estuve leyendo un artículo sobre la sublevación catalana. Resulta que un grupo de catalanes, liderados por el prohombre Pau Claris, se reunió con una representación francesa. Allí les estuvieron contando sus motivos para odiar a España y querer separarse de ella. Como se dieron cuenta que los franceses no se estaban enterando de nada, al final, todos tuvieron que hablar en español, que era el único idioma que sabían hablar ambas partes de los allí reunidos. Cosas que pasan.

      Muchas gracias y saludos.

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