domingo, 13 de octubre de 2013

MARY CASSATT, UNA GRAN PINTORA

Cuando uno se pone a escribir sobre la biografía de una mujer célebre, lo primero que le extraña es esa discriminación que han sufrido a través de los siglos.
            Se cuenta que, en el concilio de Macón (585 dC), donde asistió, entre otros, San Gregorio de Tours, un obispo preguntó si a la mujer se la podría considerar “homo”, pues, de lo contrario, no tendría alma, porque
Dios, sólo se la dio al “homo”. Después de varias discusiones, se decidió que dentro del “homo” se podrían, indistintamente, designar al hombre o a la mujer.
            Aún así, en tiempos tan violentos como la Edad Media, se pueden mencionar ejemplos de mujeres que sobresalieron y todavía, hoy en día, hasta en la Iglesia las recuerdan. Podemos poner como ejemplos a santa Matilde de Alemania, santa Margarita de Escocia o santa Isabel de Hungría.
A lo mejor, me estoy yendo por las ramas, pero lo que quería decir es que pudiera estar más o menos claro, y ni eso, que las mujeres tuvieran que aguantar ciertas discriminaciones en la época medieval. Lo que no está tan claro es que siguieran siendo discriminadas en los siglos posteriores.
            Tras esta larga introducción, paso a presentar a nuestro personaje de hoy. Se trata de Mary Stevenson Cassatt, una pintora USA, más conocida por Mary Cassatt,  que nació en 1844, en un pueblecito, que, posterior
mente, sería engullido por la gran ciudad de Pittsburg (Pennsylvania).
            Nació en el seno de una familia muy acomodada y, por ello, disfrutó de una muy buena educación, dedicando buena parte de su formación a conocer el mundo.
            Su padre fue un exitoso hombre de negocios y su madre procedía de una familia de banqueros. Llegaron a tener 7 hijos, aunque 2 de ellos murieron durante la infancia.
            Se sabe que llegó a pasar 5 años en Europa, en los cuales visitó Londres, París, Berlín, etc.  También aprovechó la estancia para aprender varios idiomas, lo cual le sería muy útil en su vida.
            Es extraño que, teniendo esta familia que le dio ese tipo de educación, su padre se opusiera rotundamente a que estudiara Bellas Artes.
            Entre 1861 y 1865 estudió en la Academia de Bellas Artes de Pennsylvania, pero, como nunca estuvo muy contenta con la formación recibida, se decidió a trasladarse a Europa para formarse directamente con los grandes pintores. Así que se trasladó a París, con su madre y unos amigos de la familia.
            Allí empezó a notar que Europa no era tan progresista como parecía, pues le negaron el derecho a matricularse en la Escuela de Bellas Artes de París, pro su condición femenina. Así que se fue a estudiar con varios artistas y también se dedicó a realizar gran cantidad de copias de las obras expuestas en el Louvre.
            En 1870, con el estallido de la guerra franco-prusiana, que le costó el trono a Napoleón III, ella decidió volver a USA. Su padre seguía pensando de la misma manera. Así que él sólo  pagaba la manutención básica. El material de trabajo tuvo que comprárselo siempre ella.
            Empezó por exponer en una galería de Nueva York, donde obtuvo bastantes elogios, pero no pudo vender ningún cuadro.
        Luego probó suerte en la gran ciudad de Chicago, pero ésta le fue adversa, pues algunas de sus obras fueron destruidas a consecuencia del gran incendio de 1871. No olvidemos que, a raíz de este enorme incendio, se empezaron a construir los rascacielos en USA.
            Tras un encargo del arzobispo de Pittsburg, para que le realizara unas copias de dos cuadros de Correggio, expuestos en Parma, su suerte comenzó a mejorar.
            En sus siguientes exposiciones ya vendió algunos cuadros, lo cual, como es normal, la animó mucho.
            Incluso, en 1873, realizó un viaje por España, un país por entonces muy de moda, por su carácter exótico dentro de Europa. Aprovechó para realizar varias obras sobre temas españoles.
            A partir de 1872 su suerte mejoró aún más, pues, gracias al apoyo de su maestro, Camille Pisarro, una de sus obras fue admitida en el selecto Salón de París.
            En 1874 ya decidió quedarse definitivamente en París, con su hermana, y allí, un día, se dio de bruces con una obra de Degas, que estaba expuesta tras el escaparate de una galería de arte.
            En muchas de sus obras se puede ver la enorme influencia que tuvo este autor en sus cuadros, como en el manejo de la técnica del pastel o en la composición asimétrica de sus obras.
            En 1877, tras tener muchos problemas para exponer y no haber sido admitida en el Salón, seguramente, a causa de discriminaciones sexuales, el mismo Degas la invitó a unirse al grupo de los impresionistas, los cuales también habían sido apartados del Salón y se había unido para exponer por su cuenta.
            De esta forma, participó, desde 1879, en varias de las exposiciones organizadas por los impresionistas.
            También, como el resto de los pintores impresionistas, estuvo muy influida por la forma de pintar de los artistas japoneses, pues, por aquella época, realizaron, con gran éxito, una exposición en París
            Unos años después, tuvo que dejar la pintura para ocuparse de su madre y su hermana, que se habían mudado con ella a París. Su hermana murió en 1882 y eso le hizo abandonar su actividad durante varios años, por falta de ánimo.
            En 1886 dejó de pertenecer al círculo de los impresionistas, por no estar de acurdo con la deriva que había tomado ese movimiento, aunque no perdió el contacto con Degas y con Berthe Morisot, grandes amigos suyos.
            A partir de 1890 retomó su arte y consiguió exponer en varias salas neoyorquinas, donde logró cierta fama, siendo todo un modelo para las jovencitas de su país que habían empezado como ella.
            Incluso, fue consejera de varios ricachones USA que también fueron coleccionistas de obras de arte. También les recomendó a muchos de ellos que, para ser recordados en el futuro, donaran algunas de sus obras a los diferentes museos que se estaban organizando en USA.
            Estos contactos con ciertos magnates USA hicieron que se conociera más fuera de Europa, la obra de los impresionistas franceses y aumentara la demanda por este tipo de obras.
            Su pintura siempre tuvo un carácter realista y no le gustó nada ni el postimpresionismo, ni el cubismo ni el fauvismo. Se especializó en las escenas familiares, como las imágenes de mujeres con sus hijos.
            En 1904 fue condecorada por el Estado francés con la Legión de Honor, pro su contribución al desarrollo del impresionismo.
            En 1910 hizo un viaje por Egipto, el cual le dejó muy asombrada, al contemplar las obras maestras de la Antigüedad.
            En 1911 comenzó su declive, al sufrir una serie de enfermedades que, prácticamente, la dejaron ciega, no pudiendo seguir pintando. Aun así, en 1915, pintó varias obras para apoyar al movimiento sufragista.
            Murió en 1926, siendo enterrada, por deseo propio, en territorio francés.
            Es una pena que, por problemas de espacio, no pueda exponer aquí muchas de sus obras, pues su labor fue muy amplia y es muy difícil seleccionar unas u otras obras, por tener todas ellas una gran calidad.
            En fin, es realmente lamentable que esta gran pintora no fuera estimada en su valía en la época en que le tocó vivir, pues, seguramente, su fama hubiera alcanzado grandes cotas, pero, desgraciadamente, sólo fue tenida en cuenta en la última etapa de su vida.
           

4 comentarios:

  1. Esta artista la dimos el año pasado en Arte Contemporáneo, aunque muy por encima

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  2. Pues, he de reconocer que a mí no me sonaba de nada.

    Saludos.

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  3. A mí tampoco me sonaba, pero es fabulosa.

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  4. Bueno, me alegra saber que no soy el único. No obstante, la Historia del Arte nunca ha sido mi fuerte.

    Saludos.

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