sábado, 6 de abril de 2013

EL MISTERIO DEL MARISCAL NEY


Bueno, esta vez voy a dejar de escribir sobre temas serios y voy a  hacer una entrada sobre un tema que siempre me ha parecido muy intrigante.
            Voy a hablar del famoso Mariscal Ney, llamado por Napoleón “el valiente entre los valientes”.
            Michel Ney nació en 1769 y era hijo de un tonelero francés de la región fronteriza de Lorena, pero siempre supo hablar bien en alemán, porque su madre era alemana.
            Empezó trabajando con un comerciante de licores del Sarre, pero no le gustó nada y, cuando pudo, probó suerte en el Ejército francés.
            Esta profesión se le dio mejor y enseguida fue ascendiendo a una gran velocidad, prestando sus servicios en la caballería.
            Durante la guerra contra la 1ª Coalición participó en varios asedios, como el de Valmy, a las órdenes del general Kleber.
            En 1794 ya era capitán y como su general le tenía mucha estima le hizo jefe de escuadrón y ayudante de campo.
            Posteriormente, en 1796, es destinado al asedio de Mainz, donde por su arrojo, es ascendido a general de brigada.
            En 1797, durante una batalla es derribado y hecho prisionero por los austriacos. A los pocos días fue intercambiado por otro general austriaco.
            Tras el golpe de Napoleón del 18 de Brumario él se manifiesta en contra, pero es convencido por su esposa para que le apoye, pues es amiga íntima de una hija de Josefina. De esa manera llega a conocer al futuro emperador, quedando impresionados ambos.
            En 1802 es nombrado ministro plenipotenciario para Suiza, donde realiza bien su gestión y es alabado por el propio Talleyrand.
            En 1804, Napoleón en persona le entrega el bastón de mariscal. Posteriormente es destinado para mandar uno de los Cuerpos que invadirán Austria. Se coordina con Napoleón y juntos consiguen derrotar a ese Imperio.
            En 1806 lucha en territorio prusiano y, concretamente, en las célebres batallas de Jena, Erfurt y Eylau.
            Más tarde, ataca Rusia y, tras algunas victorias, es nombrado duque de Elchingen.
            En 1808 es enviado a España para estar a las órdenes del rey José, pero se llevan mal por considerar que sus órdenes son “inapropiadas”.
            También estuvo en la campaña de Portugal, pero Napoleón le devuelve a Francia a causa de las malas relaciones con otros generales.

            La conducta de este tipo grandote y pelirrojo, en la retirada de Moscú,  le elevó a la categoría de mito. Combatió heroicamente en las batallas de Smolensk y Borodino y Napoleón le nombró príncipe del Moscova.
            Cuando se retiraron hacia Polonia, le encargaron la protección de la retaguardia, combatiendo durante 40 días contra muchas unidades rusas que les perseguían. En el paso del Beresina fue uno de los últimos en cruzar el puente.
            Durante la retirada por Europa la suerte fue dispar, pero fueron derrotados en la Batalla de las Naciones.
            En 1814, Napoleón logra vencer aún en varias batallas, pero José rinde París a los aliados.
            Tras esa rendición, los generales franceses se reúnen y le piden a Napoleón su abdicación. El documento es entregado por Ney al zar de Rusia.
            El nuevo rey Luis XVIII, le reconoce su valor y le confirma todos sus títulos, nombrándole par de Francia.  Pero en la Corte no se siente a gusto a causa de las burlas de los nobles por su origen plebeyo.
            El 06/03/1815 es citado ante el mariscal Soult, ministro de la guerra, para notificarle que Napoleón ha desembarcado y tiene que detenerle. Él promete traerlo metido “en una jaula de hierro”.
            Se organizan varias unidades para buscar las tropas de Napoleón, pero es la suya la que lo encuentra.
            Antes de verse frente a frente, el 14 de marzo recibe una carta escrita por Napoleón, que le entrega el general Bertrand. No sabe qué hacer, pero, tras meditarlo largamente, decide pasarse con sus tropas al bando de Bonaparte.
            El 17 de marzo, ambos se encuentran en Auxerre y se dan un abrazo delante de sus tropas, marchando en adelante juntos hacia París.
            Hay que recordar que, durante esta ofensiva se les unieron muchas otras tropas. En los periódicos afectos a Bonaparte se podía leer “No nos mandéis más tropas que ya tenemos bastantes”.
            Los aliados se reúnen de nuevo formando la llamada Séptima Coalición. Las tropas de Bonaparte se desplazan hacia Bélgica para combatir contra las tropas inglesas y prusianas, que están allí acantonadas.
            Allí, a mediados de junio, se produce la llamada batalla de Quatre Bras, donde los franceses les  fuerzan a replegarse hasta la conocida localidad de Waterloo.
            En esta batalla la suerte le da la espalda a los franceses. Napoleón pretende engañar a los aliados con un ataque de frente, mientras da las órdenes oportunas al mariscal Grouchy para que se desplace hasta allí y ataque por la espalda a los aliados. El problema es que las cosas no salen como fueron planeadas y, por un lado, los aliados oponen más resistencia de la esperada y, por otro, Grouchy no se entera de dónde se está celebrando la batalla y no acude a ella. Mientras que el mariscal prusiano Blücher, al cual perseguía Grouchy, sí se presenta allí en el momento más oportuno, decidiendo el resultado de la misma.
            Quizás por un acto de desesperación o por un exceso de la valentía que le caracterizaba, Ney decidió atacar exclusivamente con la caballería las formaciones inglesas. Fue todo un suicidio, pues Napoleón no le pudo ayudar con fuerzas de infantería y los valientes jinetes franceses murieron a miles frente a los cuadros bien organizados de la infantería británica.
            Como anécdota sobre la falta de previsión francesa, puedo comentar que era tradicional en esa época que, cuando se realizaba una carga de caballería contra las baterías del enemigo, los jinetes, al llegar a los cañones, sacaban de sus cartucheras un martillo y unos clavos y hacían orificios para inutilizar los cañones. Esta vez, la falta de previsión hizo que casi ninguno hubiera cogido esas herramientas, con lo cual, la maniobra no les sirvió para nada.
            Tras la derrota y el nuevo destierro del emperador, Ney fue procesado acusado de traición, por haber cambiado de bando.
            Parece ser que Luis XVIII le prepara la encerrona de juzgarle ante un tribunal compuesto por militares con los que nunca se había llevado bien. Sin embargo, él solicitó ser juzgado por la Cámara de Pares, por su condición de Par del Reino.
            En el juicio es declarado culpable por 128 votos contra 33 y condenado a muerte ante un pelotón de fusilamiento.
            El 20/11/2015 fue llevado por un pelotón de ejecución a la parte trasera del palacio de Luxemburgo y allí, en los jardines, fue ejecutado. Pidió dar la orden de disparar y que se le apuntara al corazón. Su nombre aparece escrito entre los de los héroes en el Arco de Triunfo de París y tiene su tumba en el famoso cementerio de Pere Lachaise, en París.
            Hasta aquí todo parece una historia normal sobre un militar que dedicó toda su vida al servicio de Francia y de su emperador y que fue fusilado por no haber sabido elegir el bando conveniente, cuando otros sí que lo hicieron y se libraron del castigo. También pudo ser porque él no era noble y los otros fueron perdonados por serlo.
            También es preciso decir que fue muy sospechoso que ninguno de sus familiares asistiera a su entierro y sólo hubo un pariente lejano en ese acto. También fue un diplomático inglés, del cual comentaremos algo más tarde.
            Además, es curioso que su cuerpo fuera inmediatamente retirado del lugar de la ejecución, lo cual era contrario a las ordenanzas militares y llevado a un hospital cercano.
            A partir de aquí comienza una leyenda que se ha extendido hasta nuestros días. Parece ser que Ney, como mucha gente de esa época, perteneció a la Masonería, al igual que Wellington o José Bonaparte. Ya pueden suponer por dónde va la cosa, pues los masones tienen prohibido matarse entre ellos.
            Algunos autores se basan en testigos que conocieron a un tal Peter Stuart Ney, que vivió en USA. Era de una edad parecida a la de nuestro personaje, también se parecía mucho a éste y hablaba muy bien alemán. No olvidemos que Ney nació en una localidad fronteriza con Alemania y que su madre era alemana.
            Parece ser que este maestro,  que trabajó en ambas Carolinas, a veces bebía más de la cuenta y afirmaba ser el famoso mariscal. Incluso, llegó a trabajar en el Davidson Colledge, un colegio de lo más exclusivo, radicado en Charlotte (N. Carolina). Uno de los discípulos más conocidos de este colegio fue el presidente Wilson.
            En una de esas borracheras contó que los soldados no querían disparar contra él, pues era muy popular en el Ejército, por su valentía y su buen trato a sus subordinados, así que, por encargo de Wellington, le suministraron a través de un diplomático británico, una botellita con un líquido rojo, la cual fue rota en el momento adecuado, al objeto de que pareciera su sangre. También dijo que los soldados dispararon por encima de su cabeza. Es curioso, porque en el dibujo sobre su ejecución, se ve que el oficial al mando del pelotón se ha dado la vuelta.
            Posteriormente, dieron el cambiazo y pusieron en su lugar un cadáver de un fallecido en un hospital de París, que fue el que enterraron en su tumba parisina.
            Mientras tanto, según contaba, el verdadero Ney fue trasladado discretamente hasta un barco, el cual le llevó directamente a USA, donde fue muy bien recibido por los bonapartistas. No olvidemos que allí vivía también José, antiguo rey de España, el cual, posiblemente con lo que se llevó de aquí, tuvo  una existencia envidiable en América, gracias a ser multimillonario y se sabe que acogió a muchos otros refugiados bonapartistas.
            Se dice que algunos lo reconocieron durante su travesía en barco. Incluso, ya en USA, un médico que le reconoció en cierta ocasión, manifestó que en su cuerpo tenía las mismas heridas del difunto Ney. Además, muchos reconocieron que era todo un experto en manejar el sable. Por otra parte, un grafólogo americano que estudió las escrituras de ambos, reconoció que estaban realizadas por la misma persona.
            Otra de las cosas que se cuentan es que, en 1821, uno de sus alumnos llevó a clase un periódico donde se informaba de la muerte de Napoleón en su exilio de Santa Elena. Al verlo, el profesor se desmayó y tuvo que ser trasladado a su casa, donde, según parece, intentó cortarse el cuello, pero fue encontrado inconsciente y salvado por un médico. Parece ser que fue el mismo médico que informó sobre esas cicatrices propias de un hombre de guerra.
            Otros dicen que este maestro, cuando bebía, se hacía más locuaz y contestaba muchas preguntas sobre la vida en Francia y los detalles de la familia imperial. Igual que conocía muy bien los detalles de las batallas donde había participado.
            Dicen algunos que, en 1846,  en su lecho de muerte se le oyó decir: “Bessières ha muerto, la vieja guardia ha muerto, por favor, dejadme morir en paz”. También su enfermera explicó que le oyó decir cuando estaba a punto de morir: “soy el mariscal Ney de Francia”. 
            En fin, todo un enigma que, desconozco, si algún día podría resolverse. Parece ser que el mencionado Davidson Colledge guarda entre sus archivos bastantes escritos sobre este personaje, por si un día alguien quiere profundizar en esta investigación.

4 comentarios:

  1. Por cierto, olvidé mencionar que otra de las cosas llamativas es que el oficial al mando del pelotón no le dio el tiro de gracia, argumentando que consideraba que ya estaba muerto.
    Aparte de eso, dicen que un oficial inglés saltó con su caballo por encima de su cadáver. Cuando se enteró Wellington, lo llamó a su presencia y lo devolvió a Inglaterra.
    También dicen que un oficial del ejército ruso quiso hacer algo parecido y lo llamaron de Moscú para su expulsión del Ejército.
    Saludos.

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  2. Magnífica entrada, Aliado. Desconocía por completo la historia de la leyenda, que me ha recordado a la de Justo Armas. A juzgar por los datos que has aportado, todo puede ser, pero vete a saber. Cuántas cosas podrían cambiar si cada caso similar a este se investigase y se descubriera que la leyenda era realidad.

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  3. Lo que en pasa es que en muchos de estos casos, siempre hay alguien que se opone, como la familia, el Gobierno, etc. Creo que en el caso de Justo Armas se llegó a exhumar el cadáver, pero estaba en muy mal estado y no se pudo estudiar mucho.

    Saludos.

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  4. no es la historia q me contaron ya que su familia huyo a suramerica antes del fusilamiento por miedo a correr la misma suerte. sus hijos se casaron y tubieron familia en suramerica. su hijo mayor fue el papa de mi abuelo.

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