jueves, 27 de diciembre de 2012

LA OTRA MAFALDA


Confieso que siempre me han gustado las historietas de Mafalda y de vez en cuando me gusta releerlas, porque parece que te levantan el ánimo, sobre todo en una época de crisis como la que vivimos ahora.

De todas formas, he de decir que, en cuestión de cómics, mi héroe siempre ha sido y será Tintín, a pesar de que vaya por ahí diciendo que es periodista y nunca se le haya visto escribir ningún artículo.

El personaje que traigo hoy al blog es una princesa italiana con el mismo nombre que el personaje de cómic. No sé si Quino la conocería antes de realizar sus viñetas. De todas formas, se conocen otras princesas que tuvieron este nombre durante la Edad Media.

Mafalda de Saboya nació en 1902 y fue la segunda hija del rey Víctor Manuel III y de su esposa, Elena de Montenegro. Por tanto, también fue hermana del futuro rey Humberto II de Italia.

De pequeña la solían llamar “Muti” y, como era habitual entre las gentes de su posición social, recibió clases de diversas artes y de varios idiomas modernos.

La familia real primero residió en el famoso Palacio del Quirinal y, más tarde, en Villa Ada, un palacete más tranquilo en las afueras de Roma.

En 1923 conoció a un príncipe alemán que, más tarde, se convertiría en su esposa. Su nombre era Felipe de Hesse-Kassel y era nada menos que sobrino del exilio Kaiser Guillermo II de Alemania. Además, tenía un hermano gemelo llamado Wolfgang.

La boda se llevó a cabo en septiembre de 1925 y, tras la luna de miel por la Riviera, se fueron a vivir a Villa Polissena, la cual se hallaba dentro del complejo real de la antigua Villa Ada, ahora denominada Villa Saboya. La pareja tuvo allí sus cuatro hijos entre 1926 y 1940.

Felipe era un gran admirador de Mussolini y soñaba con llevar sus ideas a Alemania. Como muchos otros nobles, se afilió al partido nazi y a las SA.

Con estas credenciales fue nombrado en 1934 gobernador de Hesse-Nassau, pero Mafalda no quiso seguirle, porque no le gustaba el cargo de su marido ni su ideología.

En 1943, como Italia siempre tiene que terminar victoriosa en todas las guerras donde se ha metido, pues el propio Víctor Manuel III le da la “vuelta a la sartén”. Organiza un golpe de Estado, aprovechando que se están acercando los aliados, tras su desembarco en Sicilia, y encarcela a Mussolini.

Este acontecimiento hace que se enfurezca Hitler, su colega de infortunios, y pone en marcha la Operación Abeba, la cual consistía en detener a todos los miembros de la familia real italiana.

Ella no sabía nada, pues se hallaba en Bulgaria en el entierro de su cuñado Boris III, esposo de su hermana Juana.

Cuando se enteró de todo esto, pensó que podría estar más o menos segura por la pertenencia de su marido al partido nazi, pero se equivocaba, porque Hitler lo había encarcelado, acusándole de haberle traicionado por no haber informado con antelación del golpe de Estado que pensaba dar el rey de Italia.

Inmediatamente, se fue al Vaticano con sus hijos y los dejó allí bajo la custodia de un personaje muy conocido que llegaría a ser Papa con el nombre de Pablo VI.

No sabemos por qué razón abandonó su refugio en el Vaticano para ir a su casa, donde fue arrestada. Es un poco raro, porque ella sabía que el resto de la familia real se había desplazado hacia el sur, huyendo de los fascistas y los nazis.

La GESTAPO le dijo que la iban a llevar a Alemania para reunirse con su marido. Al llegar, vio que no era cierto, pues la acusaron de traición y la enviaron al campo de Büchenwald. Allí, la encerraron en un barracón de aislamiento, donde estaba con algunas otras personas y rodeada por un jardín y un muro muy alto. Se la registró con un nombre falso y no se dejó que nadie conociera su verdadera identidad.

Realmente, era una zona para “visitantes ilustres”, como Edouard Daladier, el general Gamelin, Paul Reynaud, Georges Mandel, León Blum, la familia del coronel Von Stauffenberg, responsable del intento de atentado contra Hitler, etc.

Allí compartió su habitación con María Ruhnau, nombrada ayudante de la princesa, y con otro matrimonio más. No podía quejarse mucho, porque el trato era algo mejor que el que recibían el resto de los presos de ese campo, a los cuales no podían ver, pues estaban apartados de los demás.

Parece ser que en agosto de 1944, el campo fue bombardeado por la aviación aliada. A consecuencia de este ataque algunos de los prisioneros murieron, pero Mafalda sólo fue herida en un hombro.

El problema es que la herida dejaba ver el hueso y, seguramente, se le infectó a causa de la escasez de medicinas que padecían en Alemania en esa época. No sabemos el motivo, lo cierto es que fue atendida por uno de los doctores del campo, un tal Gerhardt Schiedlausky, que, posteriormente, fue condenado como criminal de guerra, y éste le amputó el brazo.

Dicen que luego la dejaron en una habitación, sin cuidados médicos, y eso hizo que empeorara y que falleciera desangrada.

Cuando unos prisioneros italianos la llevaban para incinerarla en los famosos hornos crematorios del campo, la reconocieron y se lo dijeron al sacerdote que pronunciaba unas palabras antes de quemar los cuerpos. Entre todos consiguieron convencer al jefe del campo para que no la quemaran y fue enterrada en una fosa como “mujer desconocida”.  

La familia real italiana, que se encontraba exiliada en Alejandría (Egipto), no se enteró de la noticia hasta abril de 1945, cuando informó de ello la BBC.

El príncipe Felipe tuvo que esperar hasta 1951, pues el cadáver se hallaba enterrado en la antigua RDA, y necesitaba el permiso de las autoridades soviéticas, para poder trasladarlo al mausoleo de su familia en el castillo de Kronberg (Hesse), donde se halla ahora.

Podemos ver un busto de la princesa, el cual fue realizado hace varios años por uno de sus hijos.

También, en los años 20, fue botado un crucero de pasajeros con el nombre de esta princesa, el cual naufragó llevándose, desgraciadamente, al fondo muchas vidas humanas.
Parece ser que el fenómeno llamado “Sebastianismo” también ha llegado hasta aquí, pues hay por ahí un individuo que asegura que nuestro personaje consiguió escaparse del campo de concentración y llegar hasta Egipto, donde vivió un romance con el rey Faruk y él es fruto de ese idilio. Esa historia podría colar si no fuera porque este individuo dice que nació en 1957 y se olvida de que nuestra princesa nació en 1902. Así que, con 55 años, como todo el mundo sabe, es prácticamente imposible dar a luz.

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