Esta vez voy a hablar de un
general americano, cuyo nombre seguramente no nos sonará mucho, me refiero a
Smedley Darlington Butler.
Nació
en 1881 en West Chester, en el estado americano de Pennsylvania y, hasta este
momento, se trata del militar más condecorado en la historia de los Estados
Unidos.
En
su familia no había militares, pues su padre fue juez y miembro del Congreso
USA, al igual que uno de sus abuelos.
Realizó
su educación en un colegio muy exclusivo, donde destacó en los deportes
También
gozó de una carrera fulgurante y llegó a ser el capitán más joven del Ejército.
Increíblemente,
recibió por dos veces la medalla de Honor del Congreso, debido a su heroísmo en
combate. Siendo uno de los pocos militares que han recibido dos veces esa
condecoración.
Perteneció
al famoso cuerpo de Marines y fue muy popular entre las tropas a su mando.
Participó
en múltiples conflictos, como en la guerra de Cuba contra España, en la de la
independencia Filipinas contra USA, , en China durante el levantamiento de los
boxers, en todas las guerras de los países de Centro-América. En la toma de
Veracruz, en 1914, obtuvo la primera de estas medallas, durante la Revolución
Mexicana. En la ocupación estadounidense de Haití, en 1915, logró su segunda
medalla. Posteriormente, estuvo en la I Guerra Mundial y, por último, otra vez
en China.
Como
los USA recurrieron mucho en esos años a la política de la cañonera y al cuerpo
de Marines, establecieron todo un protocolo para su intervención en estas
pequeñas guerras.
Lo
curioso del asunto es que, una vez retirado, escribió en 1935 un discurso que
le fue publicado con el título “La guerra es un latrocinio”. En el denunció que
USA siempre había utilizado a sus fuerzas armadas para el exclusivo beneficio
de las empresas que cotizaban en Wall Street y cargando, por supuesto, todos
los gastos de la operación a los ciudadanos estadounidenses. En esa obra pone a
caldo a los banqueros, especuladores, fabricantes de armas, de municiones, etc,
que se enriquecen a causa del sufrimiento ajeno.
En
esta frase lo deja muy claro: “Tengo el
sentimiento de haber actuado durante todo ese tiempo de bandido altamente
calificado al servicio de los grandes negocios de Wall Street
y sus banqueros.
En una palabra, he sido un pandillero al servicio del capitalismo”.
Se explaya mencionando una serie de
empresas para las que, según él estuvo trabajando cuando realizó estas invasiones,
como el Nacional City Bank en Cuba; Brown Brothers Arriman, en Nicaragua; en
Honduras, para la United Fruit; en China, para la Standard Oil.
Esta otra frase es muy explícita:
“Pero cuando miro hacia atrás considero que podría haber dado algunas sugerencias
a Al Capone.
Él, como gángster, operó en tres distritos de una ciudad. Yo, como marine,
operé en tres continentes.”.
Parece ser que se hizo tan popular
en su tiempo, que algunos elementos disconformes planearon nada menos que todo
un golpe de Estado en la “democrática” USA contra el Gobierno de Franklin D.
Roosevelt, y le ofrecieron a este general ponerse al mando de la sublevación.
En un gesto que le honra denunció este complot, el cual fue silenciado por
motivos de Estado, pero, a su muerte, se conoció el informe secreto de la
comisión que se había ocupado de estudiar su denuncia.