ESCRIBANO MONACAL

ESCRIBANO MONACAL
UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

sábado, 27 de abril de 2024

EL CURIOSO CASO DEL CORONEL JULIO MANGADA

 

Recuerdo, que, cuando estudié el Bachillerato, nos mandaron leer las greguerías de Gómez de la Serna. Una de ellas decía: “Esperanto, idioma universal que no se habla en ninguna parte del Universo”. Algo que siempre nos hizo mucha gracia.

Aunque también nos enseñaron aquello de “el saber no ocupa lugar”. Algo que parecen haber olvidado los que han redactado los actuales planes de estudio.

Es posible que a algunos les haya parecido un poco extraña mi forma de comenzar este artículo. No obstante, luego verán que tiene mucha relación con nuestro personaje de hoy.

Julio Mangada Rosenön, que era cómo se llamaba nuestro personaje de hoy, nació en 1877 en la localidad cubana de Sancti Spiritus, situada en el centro de esa isla. Cuando Cuba todavía era una provincia española.

Su padre fue el capitán de Infantería, Ruperto Mangada Hijis, aunque en otros sitios aparece como Hijas y como Eijes, destinado en esa isla. 

Mientras que su madre fue Luisa Rosenön Martínez, nacida en Cuba, aunque con un primer apellido de origen sueco. Supongo que su padre sería un emigrante de esa nacionalidad.

No sé si sería, porque Julio siempre tuvo muy mala salud o a causa de las frecuentes sublevaciones en la isla de Cuba, lo cierto es que se crió con sus abuelos en la Península Ibérica.

Llama la atención que ingresara con 19 años en la Academia de Infantería de Toledo, cuando la mayoría de los alumnos solían ingresar con 15-16 años.

Sin embargo, la guerra con USA dio lugar a que hubiera mucha demanda de soldados y mandos. Así que muchas de esas promociones recibieron sus despachos antes de lo habitual, que eran 3 años, en el caso de la Infantería.

Por ello, en 1897, fue nombrado segundo teniente y destinado a Cuba. Así que tomó un barco en Cádiz en abril de 1898. No pudo llegar a su destino a causa del bloqueo naval de algunos puertos por la flota USA. Por ello, fue destinado a otra unidad, destinada en la misma isla, que se dedicó a fortificar la capital para obstaculizar el avance de las tropas USA. Por ello, tuvo muy poca participación en los combates habidos durante de esa guerra.

Como ese mismo año terminó la guerra, en el mes de septiembre tomó un barco, que le llevó hasta Vigo.

Si miramos el álbum de fotos de la Academia de Infantería de Toledo, nos encontramos con que, en su misma promoción, podemos ver los nombres de gente muy conocida, como Joaquín Fanjul, José Moscardó, Fernando Primo de Rivera y Orbaneja, etc.

En 1899, fue destinado a la guarnición de Badajoz, cuando todavía había muchas tropas en esa ciudad, por ser fronteriza y por no ser aliados de Portugal.

Posteriormente, casó con Josefa Sanz. El matrimonio tuvo dos hijas y un hijo.

En junio de 1899 obtuvo su primer ascenso y ello dio lugar a que lo destinaran a una unidad en San Sebastián. Parece ser que allí tuvo su primer problema durante su carrera militar. Fue arrestado por orden de su coronel, al saber que había participado en una fiesta de un partido de izquierdas.

No sé si ese arresto daría lugar a su traslado forzoso. Lo cierto es que, poco después, fue destinado a un regimiento de Infantería en Melilla. Allí estuvo hasta 1905, año en que fue destinado a un regimiento en Madrid.

Parece ser que ahí empezó a dar muestras de mala salud, por lo que fue destinado a diversas cajas de reclutas. Un destino más propio de militares a punto de retirarse y nada recomendable para un joven militar con ganas de hacer carrera en el Ejército.

No sé si sería por eso lo que le decidió a ingresar en la Masonería. Un sitio donde se apuntaban muchos con el fin de tener acceso a gente muy influyente, que le pudiera servir para progresar en sus respectivos trabajos.

También fue entonces cuando aprendió el idioma esperanto y, en 1907, fundó la Asociación de militares esperantistas y hasta fundó la revista Homaro para el fomento del esperanto.

Eso le sirvió para que le dieran permiso para asistir a varios congresos 

internacionales dedicados a la enseñanza de este idioma. De ese modo, se convirtió en un esperantista muy conocido a nivel internacional.

Parece ser que su padre también fue hablante de otro idioma internacional, anterior al esperanto, llamado Volapük, creado por un sacerdote alemán a finales del siglo XIX.

En 1919 obtuvo su ascenso a comandante y lo destinaron a un regimiento en Jaca. No obstante, unos años después, su unidad fue enviada al norte de África, donde participó en algunos combates contra los rifeños.

En 1925 fue elegido presidente de la Asociación Española de Esperanto y eso le valió para representar a España en diversos congresos sobre esa lengua.

A finales de 1929 fue destinado, nuevamente, al regimiento de Infantería Galicia 19, con sede en Jaca (Huesca). Fue arrestado, aunque parece que no participó, directamente, en la sublevación encabezada por los capitanes Galán y García Hernández, porque se había desplazado a Madrid a causa del fallecimiento de una de sus hijas. La otra se suicidaría unos años después.

Sin embargo, la llegada de la II República, hizo que fuera indultado y volviera a sus deberes militares, pero fue destinado a un regimiento en Madrid.

No obstante, en 1932, tuvo lugar un grave incidente. La Primera División Orgánica, con sede en Madrid, organizó unas maniobras, donde participaron los alumnos de las academias militares y los 3 regimientos de Infantería destinados en la capital. El lugar elegido fue el antiguo campo de maniobras de Carabanchel.

Al término de las mismas, hubo varios discursos, donde criticaron la política del Gobierno republicano y, especialmente, el Estatuto de Cataluña.

El primero en dirigirse a los presentes fue el general Caballero, jefe de la brigada de Infantería. Posteriormente, lo hizo el general Villegas, jefe de la división, que terminó su alocución con un ¡Viva España!, en lugar del obligado ¡Viva la República!

Por último, se dirigió a las tropas el general Goded, jefe del Estado Mayor Central, el cual terminó su alocución con un “¡Viva España y nada más!”. Algo que caldeó los ánimos a muchos de los presentes e hizo que el teniente coronel Mangada permaneciera sentado y no repitiese el grito de Goded. Éste se lo recriminó y empezó una discusión entre ambos.

Parece ser que el coronel Carlos Leret, jefe del regimiento de Infantería número 1 y padre de Virgilio Leret, quiso separarlos. Sin embargo, el general Villegas ordenó el arresto de Mangada. Éste se enfadó, se quitó la guerrera y la gorra y las tiró al suelo, diciendo a sus soldados: “Mirad cómo tratan a un jefe vuestro”.

Posteriormente, Mangada fue absuelto por un consejo de guerra. Sin embargo, los tres generales presentes fueron cesados y sus cargos fueron ocupados por otros más afines al Gobierno republicano.

No está muy clara su participación en los sucesos conocidos como Revolución de Asturias. Lo cierto es que fue procesado por ello y luego pasó a la reserva. A partir de entonces, aumentó su participación en la política, denunciando en varios folletos los preparativos de la UME para dar el golpe de Estado de 1936.

Tras el fracaso del golpe de Estado de 1936, se puso al mando de un grupo de milicianos con el que consiguió que fracasara el golpe en Madrid.

Algunos autores dicen que creó una checa en la Casa de Campo, donde encerraron a varios militares partidarios del bando nacional a los que fusilaron sin haber sido juzgados.

Posteriormente, estuvo al mando de la llamada Columna Mangada, una unidad que combatió en la Sierra de Guadarrama y consiguió algunas importantes victorias. Fue la misma que mató en una emboscada al líder falangista Onésimo Redondo.

Instaló su cuartel general en Navalperal de Pinares (Ávila), donde todavía se pueden observar las fortificaciones que ordenó construir para detener el avance del bando nacional.

Así que se hizo muy popular y fue apodado el general del pueblo, aunque sólo era coronel honorario. Luis, su único hijo, también estuvo con él en esa unidad.

Sin embargo, fue derrotado, en diversas ocasiones, en el frente de Talavera de la Reina y eso dio lugar a que lo destinasen a labores burocráticas. Ya sabemos que el Gobierno republicano nunca se fió demasiado de sus militares y siempre prefirió a los mandos de milicias y a los asesores soviéticos.

Al final de la guerra, como había sido nombrado gobernador militar de Albacete, le costó muy poco llegar al puerto de Alicante. Allí, junto con su mujer y su hijo, fueron de los pocos afortunados que consiguieron montar en el barco británico Stanbrook, el cual les dejó en el puerto de Orán, en la Argelia francesa.

Evidentemente, allí no los recibieron con los brazos abiertos, ni los metieron en hoteles de lujo, sino que los encerraron en campos de concentración. De allí solían enviarlos a trabajar en el desierto, donde muchos españoles murieron a causa del clima y las duras condiciones de trabajo.

Sin embargo, Mangada tuvo mucha suerte. Resulta que el jefe de la guarnición francesa en Orán era el general Bastien, presidente de la Liga Internacional del Esperanto. Así que, en cuanto supo de su llegada, ordenó la inmediata liberación de Mangada y sus familiares.

Una organización de esperantistas cubanos les consiguió unos pasaportes de ese país y otra de esperantistas argentinos pagó sus billetes de barco hacia Argentina. No olvidemos que él y su madre habían nacido en Cuba.

En 1941, se trasladaron a México y allí residieron hasta 1946, año de la muerte de Julio Mangada. Curiosamente, falleció el 14 de abril de ese año.

Escribió diversas obras para fomentar el aprendizaje del esperanto, como manuales, gramáticas, impartió conferencias y hasta tradujo El Quijote al esperanto. Hoy en día, se le sigue considerando, a nivel internacional, como uno de los esperantistas más importantes del mundo.

También estuvo interesado en el naturismo y en los movimientos espiritistas.

 

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martes, 9 de abril de 2024

EL CASO DE IGOR GOUZENKO

 

Seguro que casi todos habréis oído hablar de la infame Guerra Fría, que, durante muchos años, llevó al mundo al borde de una guerra nuclear y una destrucción total.

Afortunadamente, esa ya pasó. Lo malo es que, hoy en día, da la impresión de que hay muchos que echan de menos esos años y quieren revivirla. Esperemos que eso no ocurra.

Hoy voy a narrar la historia de un hombre, del que no se sabe mucho, pero que abrió los ojos de los gobiernos de Occidente sobre las verdaderas intenciones del Gobierno de la URSS.

Nuestro personaje de hoy se llamaba Igor Sergeyevich Gouzenko. Nació en 1919 en una pequeña ciudad, llamada Dmitrov, perteneciente a la provincia de Moscú, en Rusia. Ya sabemos que la antigua URSS no se fundó hasta 1922.

Su familia era de origen ucraniano, siendo él el menor de 4 hermanos. Nació en unos tiempos muy duros. Fue la época de la guerra civil en Rusia. Su padre combatió en ella del lado de los bolcheviques.

Como en todas las guerras, dio lugar a una gran hambruna. La cual provocó la muerte del padre y el hermano mayor de Igor. Así que la madre, que era profesora de Matemáticas, tomó la decisión de enviar a sus hijos con sus abuelos, que vivían en el campo.

Allí residieron durante unos años hasta que pasó la guerra y su madre consiguió un trabajo en Moscú.

Parece ser que Igor fue un estudiante brillante. Incluso, llegó a ingresar en el Instituto de Arquitectura de Moscú. Allí conoció a Svetlana Gouseva, con la que se casó poco tiempo después.

Supongo que la cercanía de la II Guerra Mundial haría que lo enviaran a formarse en la Academia militar de ingenieros. De allí salió con el despacho de teniente y especializado en codificar mensajes.

Tras la invasión de la URSS, por parte de las tropas alemanas, fue destinado a los servicios centrales del GRU, el espionaje militar.

En junio de 1943, fue destinado a la Embajada de la URSS en Canadá. Allí iba a realizar el mismo trabajo que en Moscú, estando a las órdenes del coronel Nikolai Zabotin.

Incluso, las autoridades soviéticas, permitieron que su esposa, embarazada de su primer hijo, le acompañase en su estancia en Ottawa.

Parece ser que a esa pareja les llamó mucho la atención la forma de vivir de Occidente y les gustó mucho más que su vida en la URSS.

Es preciso decir que la URSS nunca había tenido una embajada en Canadá. Estos dos países establecieron relaciones diplomáticas en 1942, tras la invasión de la URSS y el paso de este país al bando de los aliados.

Supongo que Gouzenko fue destinado a Canadá, porque es posible que fuera reclamado por su antiguo jefe, el coronel Nikolai Zabotin, que había sido nombrado jefe del espionaje soviético en Canadá.

Por otro lado, es muy posible que Gouzenko, al dedicarse al cifrado y descifrado de mensajes, se enterase de muchos secretos y a Stalin no le hacía mucha gracia la gente que sabía demasiado.

Supongo que se mosquearía mucho, cuando, en julio de 1945, recibió

la orden de regresar a la URSS. Me imagino que ya conocería el destino de muchos a los que les habían llamado y a la mayoría de ellos los habían asesinado, nada más pisar territorio soviético.

Así que, en principio, consiguió que su jefe retrasara su partida, pero, a primeros de septiembre de 1945, el matrimonio decidió que Igor desertase.

Por entonces, Igor era un joven de 26 años, al cual no se le había ocurrido otra cosa, que salir de la Embajada con un maletín lleno de mensajes descifrados y las instrucciones para descifrar aún más.

Tomó una decisión un tanto extraña. Primero se dirigió a la redacción del periódico local Ottawa Journal, pero el editor no le hizo ningún caso.

Luego le dijeron que fuera al Ministerio de Justicia. Pidió ver al ministro, pero, lógicamente, no le autorizaron a hablar con él.

Sin embargo, le aconsejaron que solicitase la ciudadanía canadiense y eso hizo.

Sin embargo, el primer ministro de Canadá fue informado de que había un miembro de la Embajada de la URSS, que afirmaba que su país estaba espiando a sus aliados y creó una comisión para investigar el hecho.

Por lo visto, esa noche, Igor y su familia tuvieron la precaución de pasar la noche en la vivienda de un vecino.

Hicieron muy bien, porque, esa misma noche, su vivienda fue allanada por varios agentes del antiguo NKVD (después KGB y ahora FSB).

Sin embargo, alguien llamó a la Policía y allí aparecieron varios agentes de la famosa Real Policía Montada del Canadá, que consiguieron detener a los agentes soviéticos.

Parece ser que ya se tomaron a Igor más en serio. Esta vez se lo llevaron a un campamento llamado X, donde los canadienses solían formar a sus espías.

Allí fue interrogado por agentes canadienses, del MI5 y del FBI. Organismos que se ocupan del contraespionaje en sus respectivos países.

Parece ser que el primer ministro canadiense no era partidario de apoyar a Igor y así enemistarse con sus aliados de la URSS. Sin embargo, cuando le llevaron un informe, basado en los documentos y el interrogatorio realizado a nuestro personaje, tuvo que cambiar de opinión. Por eso, les concedieron el asilo y luego la ciudadanía canadiense.

A finales de septiembre de 1945, el primer ministro canadiense, viajó primero a USA, para reunirse con el presidente Truman, y luego a Londres, donde se reunió con el primer ministro Attlee. Así que pusieron de acuerdo sobre las medidas a tomar. Por un lado, no querían enemistarse con sus aliados en la URSS. No podían olvidar que, en buena parte, debían la derrota de las tropas alemanas a las muchas bajas en los enfrentamientos con los soviéticos. Sin embargo, no podían tolerar que les estuvieran espiando.

Así que ocultaron esa noticia hasta febrero de 1946, cuando fue publicada por un periódico de USA. Posteriormente, nombraron a dos jueces del Tribunal Supremo de Canadá para que instruyeran este proceso.

Parece ser que varios técnicos canadienses habían trabajado en el famoso Proyecto Manhattan, por el que USA consiguió fabricar aquellas bombas atómicas que lanzó sobre Japón, durante la II Guerra Mundial.

Por ese motivo, las autoridades canadienses se tomaron el tema muy en serio y llegaron a detener a unos 39 ciudadanos canadienses, acusados de estar espiando para la URSS. De ellos, 18 fueron condenados a diversas penas.

En el Reino Unido arrestaron a los físicos nucleares Alan Nunn May y Klaus Fuchs, los cuales fueron condenados a varios años de prisión.

Incluso, en USA, investigaron muy a fondo todo este tema y eso fue lo que llevó a detener a varias personas, como el matrimonio formado por Julius y Ethel Rosemberg. Condenados a muerte y ejecutados en 1953.

No obstante, el Gobierno canadiense, ordenó la expulsión inmediata de todos los funcionarios de la Embajada de la URSS.

El propio coronel Zabotin fue llamado a Moscú y, desde allí, fue enviado a un campo de trabajo en Siberia. En 1953, logró ser puesto en libertad con motivo de la muerte de Stalin.

Como ya sabemos, Stalin era muy dado a tomar represalias con las familias de los desertores. Así que arrestaron a las familias de ambos. Eso dio lugar a la muerte de la madre y una hermana de Igor, en la prisión donde se hallaban encarceladas.

Lógicamente, el Gobierno canadiense, les dio otra identidad falsa y una forma de poder vivir, ya que llegaron a tener 8 hijos.

Aunque siempre estuvieron protegidos por la Policía canadiense, Igor siempre temió poder ser encontrado y asesinado por los agentes soviéticos.

Sus hijos no fueron informados de la verdadera identidad y la historia de sus padres hasta que cumplieron los 18 años.

No obstante, Gouzenko no se quedó sin hacer nada. Escribió dos libros, en los que explicaba los motivos de su deserción y su biografía. Incluso, llegó a presentarlos en una emisora de TV. Eso sí, siempre oculto por una capucha. Como las de los verdugos medievales. También se dedicaba a pintar cuadros.

Incluso, llegaron a proponerlo para el Premio Nobel de Literatura. Ya se sabe que esos académicos tienen unos gustos literarios muy extravagantes.

En 1948, la famosa productora Twentieh Century Fox, llevó a las pantallas de cine una película titulada La cortina de hierro, cuyo guion estaba basado en una serie de artículos, que había publicado Gouzenko en la revista Cosmopolitan.

Precisamente, en esta foto se le ve encapuchado, junto a dos de los actores principales: Irja Jensen y Harry Towes.

Se considera que la Guerra Fría comenzó tras la revelación de los documentos de Gouzenko. Él solía decir que “el Gobierno soviético se está preparando para una Tercera Guerra Mundial… y está creando en los países democráticos una Quinta Columna…”.

También escribió que la URSS “nunca ha abandonado la idea de establecer una dictadura comunista en todo el mundo”.

Desgraciadamente, Gouzenko, que ya acarreaba muchos problemas de salud, debido a su diabetes, que le había dejado casi ciego, murió en 1982, en una localidad de Ontario, a causa de un ataque cardíaco.

Hasta hace pocos años, ni siquiera habían escrito nada en su lápida para identificar dónde estaba enterrado.

 

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martes, 2 de abril de 2024

UN HÉROE CASI OLVIDADO, LEOCADIO MENDIOLA

 

Hoy voy a narrar la vida de un militar republicano, al que apenas se hace referencia en los miles de libros, que se han escrito sobre la guerra civil española.

He de decir que, desde muy pequeño, había oído hablar de este piloto, porque algunos de sus familiares vivían en la misma calle donde nací y donde transcurrieron mis primeros 10 años.

Leocadio Mendiola Núñez nació en 1909 en Badajoz. Su familia era muy modesta, siendo su padre suboficial del regimiento de Infantería Gravelinas 41, de guarnición en Badajoz y cuyo cuartel había estado en la misma calle en la que vivía yo.

Ese regimiento fue fusionado en 1931 con el regimiento Castilla 16, también de guarnición en la misma ciudad.

La familia estaba compuesta por el matrimonio y 7 hijos: 3 chicas y 4 chicos. Siendo Leocadio el 5º de todos los hermanos.

Parece ser que en su familia eran unos católicos muy devotos. De hecho, dos de sus hermanas se convirtieron en monjas. Sin embargo, él nunca fue muy creyente.

A Leocadio siempre le atrajeron mucho los aviones. Así que, con sólo 17 años, ingresó como voluntario en el arma de Ingenieros y, más concretamente, en el servicio de 

Aviación.

Hay que recordar que el Ejército del Aire se fundó tras la guerra civil. Antes de ello, había un servicio de Aviación en el Ejército de Tierra y la Aviación naval.

Parece ser que se le dio muy bien, pues enseguida ascendió a cabo y sólo un año después ya era sargento.

A finales de 1930, se produjo la sublevación de la guarnición de Jaca. Se suponía que se iban a rebelar la mayoría de las guarniciones para proclamar la II República, pero no se pusieron de acuerdo y eso les costó la vida a los capitanes Galán y García Hernández. 

Aparte de otras muchas bajas, como la del propio general Lasheras, gobernador militar de Huesca, que se enfrentó a los rebeldes, fue gravemente herido y murió al día siguiente.

Nuestro personaje estaba destinado en la base aérea de Cuatro Vientos (Madrid), donde le pilló haciendo servicio como sargento de semana.

Allí llegaron Queipo de Llano, Ramón Franco y algunos oficiales más, implicados en ese complot. Hicieron que todo el personal formase con el equipo de combate y, cuando vieron que la sublevación no había tenido éxito, cogieron un avión y huyeron a Portugal.

Sin embargo, los demás oficiales y suboficiales, que prestaban servicio en esa base, fueron encarcelados en la famosa basílica de San Francisco el Grande a la espera de juicio. Entre ellos, estaba nuestro personaje.

No obstante, todos ellos fueron liberados, al año siguiente, tras la proclamación de la II República.

En 1931 obtuvo el título de piloto militar. Fue destinado a varias bases, como la antigua de Alcalá de Henares, la antigua de Guadalajara y la de León. No obstante, seguía siendo suboficial, pero esta vez con el empleo de brigada.

En 1934, fue trasladado a la base de Tablada, en Sevilla, donde voló con diferentes modelos de aviones.

En 1936 se hallaba destinado en la base aérea de Getafe (Madrid). Al estallar la guerra, tomó partido por el Gobierno republicano.

Parece ser que participó en multitud de misiones, tanto pilotando aviones de caza como de bombardeo, para la defensa del cielo de Madrid.

Durante la guerra civil, una de sus primeras misiones fue la de b
ombardear un cuartel de Artillería, también situado en Getafe. Precisamente, en ese cuartel estaba destinado el futuro teniente general Gutiérrez Mellado.

Posteriormente, realizó diversos bombardeos sobre las tropas nacionales en el frente de la Sierra de Guadarrama.

En octubre de ese año fue destinado a la antigua base de Guadalajara, donde hizo el curso para aprender a pilotar los bombarderos soviéticos Tupolev SB-2, llamados popularmente Katiuskas. Uno de los mejores aviones, que participaron en la guerra civil.

Parece ser que los estrenó en una misión, cuyo objetivo era bombardear unos depósitos de la petrolera CAMPSA, muy cercanos a Sevilla.

En 1937 fue nombrado jefe de escuadrilla, realizando diferentes misiones de bombardeo. Entre ellas, la batalla de Guadalajara contra las tropas italianas, Mallorca, Huesca, Zaragoza, Brunete y Belchite.

En mayo de ese año, bombardearon al acorazado alemán Deutschland, el cual estaba situado cerca de Ibiza, ocasionando varias decenas de heridos y muertos. La Armada alemana se desquitó bombardeando Almería, que era un puerto con muy pocas defensas.

A finales de ese año fue ascendido a jefe del Grupo 24 de bombardeo y ya permaneció en ese puesto hasta el final de la guerra.

Obtuvo grandes victorias, como la de su bombardeo sobre un aeródromo nacional en un pueblo de Soria, en el que destrozó muchas aeronaves del enemigo.

También participó en la famosa batalla de Teruel. Única capital de provincia conquistada por los republicanos y que pronto recuperaron los nacionales.

Se ve que no le debería tener mucho aprecio al clero, porque una de las misiones que propuso fue la de despegar de Menorca e ir a bombardear el Vaticano y una fábrica de aviones en Turín. Esas ideas fueron desechadas por el general Hidalgo de Cisneros, jefe de la Aviación republicana, ya que no quería que la guerra civil se complicara aún más.

Parece ser que Mendiola siempre fue un líder muy carismático, porque no era de esos jefes, que pasan el día en sus oficinas, sino que siempre iba al frente de sus escuadrones, dando ejemplo a los demás pilotos.

En marzo de 1938 pilotaba uno de los bombarderos, que hundieron al crucero Baleares, perteneciente a la Armada del bando nacional.

Aunque otras versiones dicen que fue hundido por el destructor Lepanto, de la Armada republicana.

Como se ve que la Aviación republicana cada vez disponía de un número menor de aviones y de pilotos, también le tocó efectuar labores de bombardeo en la batalla del Ebro.

Parece ser que fue propuesto para otorgarle la placa laureada de Madrid. El equivalente, en el bando republicano a la famosa Cruz Laureada de San Fernando. Sin embargo, nunca se la llegaron a imponer, aunque en el Museo del Aire figure como uno de sus pilotos laureados.

En Badajoz se contaba que, en cierta ocasión, le ordenaron bombardear el centro de la ciudad, porque ese día iba a tener lugar una gran manifestación falangista. Supongo que, al llegar, se lo pensaría mejor y decidió lanzar sus bombas en una zona del campo, que estaba deshabitada.

En diciembre de 1938, realizó una misión muy audaz. A pesar de existir una espesa niebla, consiguió llegar y bombardear la base aérea nacional situada en La Senia o La Cenia (Tarragona). A pesar de que esa base tenía una gran protección antiaérea, pilló totalmente desprevenidos a los nacionales y les causó muchos daños, porque era la principal base de la Legión Cóndor. Esa acción de guerra le supuso su ascenso a teniente coronel.

Hay que decir que, anteriormente, otra unidad de la Aviación republicana había intentado atacar esa misma base y había fracasado estrepitosamente. Por eso, los superiores de Leocadio no querían darle el permiso, pero luego le dejaron que lo hiciera.

No vayamos a creer que era indestructible. Sus aeronaves fueron alcanzadas en diversas ocasiones y tuvo varios accidentes. Uno de ellos le produjo graves quemaduras en la cara, de las cuales se repuso muy pronto.

A principios de 1939, le ordenaron ir a Francia para hacerse cargo de unos bombarderos encargados por el Gobierno republicano. Sin embargo, cuando llegó allí, se enteró de que se había anulado el encargo, porque el Gobierno francés ya había reconocido al Gobierno de Franco. Así que regresó, volando en un avión de la extinta aerolínea LAPE.

En España estaba teniendo lugar el golpe de Estado del coronel Segismundo Casado, al cual le debemos que acelerase el final de la guerra.

Así que, en marzo de 1939, participó en una reunión de mandos de la Aviación republicana, que tuvo lugar en la base aérea de Los Llanos (Albacete), donde sus superiores les dieron a elegir entre volar hasta Barajas para entregarse, junto con sus aeronaves, a la Aviación nacional o exiliarse.

Por supuesto, él decidió exiliarse, porque supondría que los nacionales le tendrían ya reservado un pelotón de fusilamiento. Tal y cómo le ocurrió al coronel Manuel Cascón, que se negó a exiliarse y al que ya le dediqué otro de mis artículos. Precisamente, el mismo que les dio a elegir entre entregar sus aviones en Barajas o exiliarse.

Así que Mendiola y algunos de sus compañeros emprendieron con sus Katiuskas el vuelo hacia Orán, en la Argelia francesa.

La tradicional “hospitalidad” francesa dio lugar a que los encerrasen durante unos meses en un campo de concentración. Sin embargo, el Gobierno republicano hizo algunas gestiones y no estuvieron mucho tiempo en ese lugar.

También le dieron algo de dinero con el que compró un pasaje en barco hacia México. Allí residió durante bastantes años, en los que se dedicó a dar clases de vuelo.

Por fin, en 1967, consiguió regresar a España. Se fue a residir en Cataluña, donde un amigo le consiguió un trabajo.

Parece ser que no tuvo demasiados problemas para vivir en España a pesar de su pasado como piloto republicano, que le había ocasionado tantas bajas al bando nacional.

Posteriormente, el Gobierno le reconoció su empleo como coronel y lo asimiló como tal al Ejército del Aire.

En 1997 recibió un homenaje del Ejército del Aire y su retrato, junto con su biografía y una pintura sobre su temerario bombardeo sobre La Cenia, fueron colgados en el Museo del Aire, situado junto a la base aérea de Cuatro Vientos (Madrid).

Desgraciadamente, falleció al año siguiente en Barcelona.

 

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lunes, 1 de abril de 2024

LA CURIOSA VIDA DEL INGENIERO ALBINO LASSO

 

Cuando se habla de lo mal que trató el régimen franquista a los republicanos, hay que decir que hubo de todo. Es cierto que hubo gente que lo pasó muy mal (yo conocí a algunos de ellos) y otros a los que no les fue tan mal.

Incluso, hubo muchos casos en los que emparentaron familias de ambos bandos. Me viene ahora a la memoria que una nieta del propio Franco, se casó con un nieto de un general republicano. Éste, durante la posguerra, fue condenado a muerte, pero su pena fue conmutada y liberado pocos años más tarde.

Hoy traigo al blog el caso de una persona llamada Albino Lasso Conde. Nuestro personaje nació en 1906 en Madrid.

Parece ser que perteneció a una familia muy acomodada y con muchas propiedades agrarias en la provincia de Cuenca.

Incluso, fue sobrino del teniente general José Lasso Pérez, que llegó a ser el titular de varias capitanías generales, en la época de la guerra de Cuba.

Albino estudió en la Escuela oficial de Ingenieros de caminos, canales y puertos de Madrid, licenciándose en 1932.

Parece ser que empezó trabajando en una compañía eléctrica de Cuenca para luego aprobar la oposición e ingresar en el cuerpo de ingenieros de caminos, canales y puertos del Estado.

Como trabajaba en Madrid, se hizo socio del Ateneo y allí conoció e hizo amistad con Manuel Azaña. Eso hizo que fichase por el partido Izquierda Republicana, cuyo presidente era Azaña.

En 1936, Albino se presentó a las elecciones generales como candidato de su partido por la provincia de Cuenca. Un partido adscrito al Frente Popular.

Es de sobra conocido que, en esas elecciones, se produjeron muchas incidencias y en algunas provincias, como Cuenca, hubo que repetirlas, pero Albino salió elegido también la segunda vez.

Hay que decir que en Cuenca se presentaron dos personajes muy conocidos. Uno de ellos era José Antonio Primo de Rivera. El otro fue el propio Francisco Franco. Sin embargo, este último quiso presentarse a la repetición de las elecciones, pero no le dejaron por no haberse presentado la primera vez a las mismas.

Sabemos que la guerra civil empezó a mediados de julio. Ese fue un hecho muy importante, ya que a mucha gente le pilló lejos de su residencia habitual por hallarse de vacaciones.

Concretamente, Albino se hallaba en San Sebastián, una ciudad que quedó en la zona republicana. Así que se puso a las órdenes de las autoridades militares republicanas.

De momento, se le asignó el grado de capitán de Aviación. Supongo que sería para construir o reparar las pistas, porque no era piloto.

Posteriormente, se le ascendió a mayor de milicias y se le puso al cargo de un batallón encargado de las vías ferroviarias. Incluso, llegó a ser secretario de Aviación. Lo que entonces se llamaban las FARE (Fuerzas Aéreas de la República Española).

En 1938, su nombre alcanzó cierta notoriedad por un suceso ocurrido en los tribunales de Justicia.

Parece ser que en la Audiencia Territorial de Madrid existía una gran rivalidad y casi enemistad entre el presidente de la misma, Luis Zubillaga, del PSOE, y el fiscal jefe, Feliciano López y López de Uribe, del PCE.

A finales de junio de ese año, el fiscal de la audiencia, siguiendo las órdenes de López de Uribe, ordenó la detención del matrimonio formado por Rogelio Periquet y María Teresa Giralt, ambos muy amigos de Zubillaga.

Periquet era un abogado, que había defendido a algunas personas acusadas de ser miembros de la Quinta Columna y, por tanto, también le acusaron a él de lo mismo.

En cuanto se enteró Zubillaga de la detención de sus amigos, ordenó la detención de Sara Giralt, hermana de María Teresa, acusándola de espionaje.

Sara tenía la nacionalidad cubana y estaba casada con un oficial español de Artillería, el cual se hallaba refugiado en una embajada. Por lo visto, Sara era amiga del fiscal jefe.

Parece ser que Albino tenía mucha amistad con Sara y eso dio lugar a que firmase varios avales para que la dejasen en libertad. Aunque luego se demostró que aquello era algo más que una simple amistad.

Se supone que el propósito de estas detenciones cruzadas eran conseguir una especie de pacto o canje para que los tres quedasen en libertad. A pesar de ello, ese rifirrafe duró todo el verano de 1938. Cuando el gobierno cesó a Zubillaga y a López de sus respectivos puestos.

De todas formas, me parece un juego muy peligroso acusar, falsamente, a una persona, para conseguir la libertad de otras y más en ese momento, donde se fusilaba a diestro y siniestro.

En febrero de 1939, Albino participó, como diputado, en la última sesión de las Cortes republicanas, celebrada en los sótanos del castillo de Figueras.

Posteriormente, se exilió, junto a Sara y la hija de ésta, Lydia, en Francia.

Mientras tanto, la suerte de Zubillaga y de López de Uribe fue dispar. El primero fue condenado a varios años de cárcel. Sin embargo, el segundo fue condenado a muerte y fusilado.

Lógicamente, Albino fue depurado e inhabilitado durante 4 años,

pero no expulsado de la función pública. Un detalle muy importante.

La pareja con la niña emigró a Brasil, donde él se dedicó al cálculo de estructuras para los modernos edificios, que se estaban construyendo en ese país.

Desconozco si, en aquella época, Sara se había quedado viuda. Lo cierto es que allí fue donde lograron casarse, en 1945, aunque no tuvieron hijos.

Sin embargo, su trabajo le llevó a recorrer otros países de ese continente, como Uruguay, Argentina, México, etc.

Nunca formó parte del Gobierno republicano en el exilio, pero sí estuvo muy atento a las noticias que se publicaban sobre ese organismo.

Incluso, llegó a publicar algunos artículos en los que denunciaba la violencia ejercida por el régimen franquista.

Sin embargo, en 1955, se decidió a viajar a España con el fin de tramitar su regreso definitivo a nuestro país. Incluso, solicitó, al ministro de Obras Públicas, el reingreso en 

el cuerpo de ingenieros de caminos, canales y puertos.

A pesar de que le llegaron al ministro unos informes muy desfavorables sobre nuestro personaje, increíblemente, es readmitido en el servicio en 1956, aunque no le dejan reincorporarse hasta 1962.

Es posible que hubiera una razón de peso, que influyera en la decisión del ministro. Parece ser que, durante su estancia en Argentina, Lasso estuvo trabajando con algunas empresas españolas de obras públicas, en la construcción de varias presas en ese país y les gustó mucho su forma de trabajar.

Fue destinado a Barcelona y allí, en ese mismo año, tuvo una gran actuación para luchar contra las inundaciones de los ríos Ripoll y Tordera.

Parece ser que construyó muros de hormigón, presas para labores agrícolas, protección de taludes y unas nuevas pasarelas, ya que las anteriores habían quedado destruidas por esas inundaciones.

Estas nuevas pasarelas iban sujetas por tirantes. Tal y cómo se estaban construyendo en USA, sin embargo, eran toda una novedad en España.

De hecho, fueron declaradas bienes protegidos por el Ayuntamiento de Sabadell, que es la localidad donde se encuentran esas pasarelas.

Por esta actuación es condecorado por el propio Franco, con la Encomienda de la Orden del Mérito Civil.

Por supuesto, Franco sabía de sobra que se trataba de un antiguo diputado de Izquierda Republicana, un partido que estaba dentro del Frente Popular.

No obstante, nunca consiguió su traslado a Madrid, a pesar de haberlo solicitado en infinidad de ocasiones. Se ve que todavía lo considerarían como alguien sumamente peligroso.

También fue un hombre muy avanzado a su tiempo, ya que criticó algunas cosas como los vertidos, que se solían realizar en el mar, dando lugar a playas cada vez más contaminadas.

Llegó a ser ingeniero jefe de la Confederación Hidrográfica del Pirineo Oriental, hasta 1975. Año en el que pidió la excedencia voluntaria y fue cuando pudo regresar a Madrid.

Parece ser que, durante mucho tiempo, mantuvo correspondencia con su gran amigo Carlos Esplá, otro exiliado, que ocupó algunos cargos secundarios en el Gobierno republicano. Éste publicó sus informaciones en uno de sus libros.

Parece ser que le decía que en España se cobraba poco y se trabajaba mucho. Por eso, muchos tenían pluriempleos y eso iba en detrimento de la vida nocturna.

Por el contrario, los campos de fútbol y los cines estaban casi siempre a rebosar de espectadores.

Desgraciadamente, nuestro personaje murió en 1978 en Madrid. Su esposa falleció 9 años después.

 

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martes, 26 de marzo de 2024

EL DOCTOR MARCEL JUNOD, DELEGADO DE LA CRUZ ROJA INTERNACIONAL

 

Hoy en día, cuando parece que se quieren recuperar algunos personajes importantes e, incluso, otros un tanto secundarios, de la guerra civil española, echo en falta un reconocimiento a este médico suizo. Así que voy a narrar su vida para que todos podamos conocerla.

Marcel Junod nació en 1904 en la ciudad suiza de Neuchâtel. Tenía cinco hermanos más, siendo él el penúltimo.

Su padre era un pastor protestante, pero, desgraciadamente, murió joven. Así que su madre decidió trasladarse, con sus hijos, a Ginebra, donde residía su familia.

Supongo que ese cambio de residencia fue muy importante en la vida de Marcel, ya que en su localidad de origen no había ninguna universidad y, por tanto, no podría haber realizado estudios universitarios.

Por ello, y gracias a la ayuda de unos familiares, consiguió licenciarse en Medicina, especializándose en cirugía.

Por lo visto, empezó trabajando, como cirujano, en un hospital en Mulhouse, al nordeste de Francia. Cerca de la frontera entre Francia y Suiza.

Desconozco su relación inicial con el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). Lo cierto es que, en 1935, este organismo le encarga que se traslade a Abisinia, actual Etiopía, para informarles de lo que está ocurriendo, ya que ese país estaba siendo invadido por Italia.

Hay que decir que los italianos ya habían intentado invadir ese país en 1895

y salieron derrotados con el rabo entre las patas.

Así que esta vez, Mussolini se jugaba todo su prestigio en esta guerra, ya que la anterior, donde sufrieron muchas bajas, supuso la caída del gobierno que había en esa época en Italia.

Como Italia y Alemania se habían unificado muy tardíamente, se pusieron a buscar, a toda prisa, unos territorios para colonizar, a fin de igualarse al resto de las potencias occidentales. El problema es que ya quedaban muy pocos territorios sin colonizar.

Junod llegó a Etiopía acompañado por otro colega del CICR, llamado Sidney Brown. Un tipo al que se le veía de lejos, porque medía 2 metros.

A pesar de que los dos bandos habían firmado el protocolo de 1925, que prohibía utilizar armas químicas en las guerras, Italia no lo respetó y utilizó allí el gas mostaza, que le había sobrado de la I Guerra Mundial.

Evidentemente, esto provocó muchas bajas entre las tropas etíopes y la victoria de las tropas italianas. Por no hablar de los frecuentes asesinatos de los prisioneros, por parte de los italianos. Se ve que, de otro modo, no hubieran vencido.

En 1936, regresó a Ginebra. En agosto de ese mismo año, le volvieron a llamar del CICR. Allí le recibió nada menos que Max Huber, entonces presidente de esa organización.


Le encargó que viniera a ver qué estaba pasando en España y cómo se podía ayudar.

Se ve que Huber tenía la misma idea que muchos españoles. O sea, que este conflicto iba a durar sólo unas pocas semanas y no que se iba a convertir en una guerra civil, que iba a durar 3 años.

Así que Junod vino a España. Empezó por visitar Barcelona, donde los milicianos de la CNT-FAI se habían hecho con el control de esa ciudad.

Luego fue a Madrid, donde vio que esa ciudad también estaba bajo el control de los milicianos de varios partidos y sindicatos de izquierda.

Posteriormente, fue a Pamplona, donde mandaban los militares y tenían a sus órdenes a las milicias de falangistas y requetés.

Parece ser que tuvo bastante éxito, al organizar canjes de prisioneros entre los dos bandos. Uno de los canjeados fue el famoso escritor Arthur Koestler.

También logró que pudieran comunicarse por carta los prisioneros y sus familiares y saber que aún estaban vivos. Parece ser que logró enviar varios millones de mensajes a través de la Cruz Roja.

Como la guerra civil española duró más de lo que pensaban en Ginebra, el CICR, envió 15 delegados, con el fin de apoyar a las 9 oficinas de ese organismo, que ya existían en nuestro país. Por lo visto, varios de esos delegados eran oficiales del Ejército suizo.

Parece ser que tomaron cientos de fotos, cuyos originales se conservan en el CICR, en Ginebra. No obstante, en 2008, enviaron copias de estas fotos al Centro Documental de la Memoria Histórica, situado en Salamanca.

Concretamente, se trata de unas 300.000 referencias con unas 600 imágenes. Curiosamente, en aquella época había en España dos organismos de la Cruz Roja Española. Uno en cada bando.

En ese archivo, cuyas copias han sido entregadas a España, no sólo hay 

documentos de la guerra civil, sino también de la suerte corrida por los exiliados republicanos españoles en los campos de concentración en Francia y en Alemania. También sobre los prisioneros, que lucharon en la División Azul.

Muy pronto, Junod se dio cuenta de que esto no era una simple guerra, sino algo que muchos estaban aprovechando para resolver viejos prejuicios, deudas y envidias entre familias o entre patronos y obreros.

De hecho, hubo varios meses en los que se produjeron más muertes en la retaguardia que en el frente de batalla.

Llegó a escribir en sus informes: “Es un país, donde el asesinato y las ejecuciones han llegado a un grado que la Historia no ha conocido jamás”. Ahí podemos 

apreciar la impotencia en la que se encontraba, porque no le dejaron salvar muchas vidas.

No obstante, su labor no quedó circunscrita al canje de prisioneros, sino que también se dedicó a otras tareas. Entre ellas, la visita a las cárceles, pero no creo que le dejaran entrar a ver las infames checas.

Aparte de ello, también organizó la distribución de ropa, comida y medicinas, la asistencia de las víctimas, que habían perdido su hogar a causa de los bombardeos, etc.

Parece que en el CICR quedaron contentos con la labor desempeñada por Junod en la guerra civil española.

Así que fue uno de los primeros delegados de la CICR en la II Guerra Mundial.

Viajó por muchos países azotados por esta guerra. El problema es que el Convenio de Ginebra daba competencias al CICR para efectuar visitas a los campos de concentración en los que hubiera prisioneros militares, pero no en los que hubiera civiles. Como fue el caso de los campos de concentración nazis.

También se entrevistó con los gobernantes de varios países. Gracias a ello pudo organizar la llamada “flota del CICR”, compuesta por una serie de barcos mercantes, que se dedicaron a distribuir miles de Tm de alimentos en los países donde se estaba pasando más hambre.

En 1944 se casa con Eugénie Perret, también empleada en las oficinas centrales del CICR.

Sin embargo, su organización no le da mucho descanso a Junod, pues, a finales de ese año, lo envía a Japón, ya que desconfían del trato que les estén dando allí a los prisioneros del bando aliado.

Parece ser que tardó bastante en llegar a Japón, ya que tuvo que atravesar todo el territorio de la antigua URSS.

Por lo visto, en agosto de 1945, estaba en Tokyo y hasta allí le llegan rumores de que los USA han utilizado una nueva arma, que ha causado mucha destrucción.

Un colega suyo había acudido a Hiroshima y desde allí le envía 

un informe aterrador. Por ello, Junod se comunica con el alto mando USA para que envíe, urgentemente, medicamentos a esas dos ciudades, pues Japón ya se había rendido.

Posteriormente, fue a visitar Hiroshima, siendo el primer médico extranjero que visitó esa ciudad y quedó horrorizado con lo que vio.

En 1946 consiguió regresar a su casa y conocer a su hijo mayor, que había nacido el año anterior.

Posteriormente, fue nombrado jefe del Departamento de Anestesiología en el Hospital de Ginebra.

En 1947, publicó su famosa obra El tercer combatiente, que en algunos países fue titulada El guerrero sin armas, la cual ha sido traducida a varios idiomas. Allí explicó su actividad en varias guerras, como delegado del CICR.

Sin embargo, no lo dejaron en paz. En 1948, fue nombrado representante de UNICEF en China, pero, debido a sus problemas de salud, no estuvo mucho tiempo en ese puesto.

En 1952, fue nombrado miembro del comité central del CICR. Era un puesto que le obligaba a realizar muchos viajes y también tuvo que dejarlo. Posteriormente, fue nombrado vicepresidente del CICR.

Así que regresó para seguir trabajando en el Hospital y en la Universidad de Ginebra. Desgraciadamente, allí le llegó la muerte en 1961.

Por lo visto, murió en el hospital, cuando estaba reanimando a una paciente, que acababa de ser operada.

Aunque en España sea alguien, prácticamente desconocido. En otros países han erigido varios monumentos en su honor.

Parece ser que tenía muy claro que el mundo dejaría de existir si las bombas atómicas volvieran a utilizarse en otra guerra.

Esto lo deberían de tener muy presente esos que ahora parecen estar deseando que comience otra guerra mundial.

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