Hoy me voy a referir al caso de
un hombre, que, aunque vivió en el siglo XIX, todavía sigue siendo muy
controvertido. De hecho, en 2010, el famoso escritor hispano-peruano, Mario
Vargas Llosa, publicó la novela El sueño del celta, en la que narró la vida de
este personaje.
Roger David Casement, que así era cómo se llamaba, nació en 1864 en Dublín, en la actual Irlanda, pero que, en aquella época, era una parte del Reino Unido.
Tuvo unos padres un tanto
peculiares, pues su padre era protestante, mientras que su madre era católica.
Parece ser que ella lo bautizó sin el consentimiento de su marido.
Por lo visto, su padre también
fue oficial de un regimiento de Caballería británico, con el cual combatió en
Afganistán.
Desgraciadamente, su madre murió
muy pronto, mientras que su padre también falleció, cuando Roger sólo tenía 12
años. Por ello, fue llevado al Ulster, donde sus familiares por vía paterna lo educaron
en la fe protestante.
Empezó trabajando como contable
en una empresa naviera, en Liverpool. Sin embargo, como tenía una clara vocación
aventurera, pronto consiguió que lo nombraran parte de la tripulación de un
barco con destino a África.
Por lo visto, en 1892, consiguió
trabajo en una empresa británica radicada en Níger. Allí se dedicó a denunciar
el maltrato de los colonos a los aborígenes.
Supongo que esa cualidad no se les pasó por alto a los miembros de Foreign Office, el famoso Ministerio británico de asuntos exteriores. Por tanto, lo enviaron a las colonias de otros países, para que criticase el maltrato de esos colonos extranjeros a los africanos.
Así que, en 1895, se le nombró
cónsul británico en las colonias portuguesas de África Oriental. O sea, en la
actual Mozambique.
Parece ser que le dieron unas instrucciones
muy simples. Su labor era proteger a los ciudadanos británicos, proteger los
intereses de su país y sus empresas en ese territorio y, sobre todo, vigilar de
cerca a los alemanes.
Supongo que allí se aburriría
mucho. Así que pidió una temporada de descanso, alegando que tenía que
recuperarse por haber padecido la malaria.
Posteriormente, le destinaron a
Angola. La otra gran colonia portuguesa en África. Supongo que los británicos tendrían
allí muchos intereses, porque siempre han sido dos países que han marchado muy
unidos a lo largo de la Historia.
Sin embargo, allí duró muy poco, porque muy pronto encontraron un destino, que le venía como anillo al dedo.
Se trataba de dirigir un nuevo consulado británico en el antiguo Congo belga, con sede en Kinshasa.Está claro que los británicos se
habían enterado de las grandes riquezas, que había en ese territorio y estarían
maniobrando para quedarse con ellas. Igual que hicieron, a principios del XIX,
con los territorios españoles de Hispanoamérica.
Antes de viajar al Congo belga,
se entrevistó con el rey Leopoldo II de Bélgica. Parece ser que le comentó lo
que había oído acerca del maltrato a los africanos, sin embargo, el monarca
dijo que sólo eran rumores y no le dio ninguna importancia.
Su estancia en el Congo fue muy
provechosa, pues llegó a conocer personalmente al famoso explorador Henry
Morton Stanley y también al afamado escritor Joseph Conrad.
Parece ser que ambos le
informaron sobre las crueldades de los colonos y funcionarios belgas hacia los africanos.
Incluso, su costumbre de cortarles una mano a los que desobedecieran sus
órdenes.
Lógicamente, Roger informó, puntualmente, de todo esto a su rio, que, ciertamente, era para lo que lo habían enviado allí.
Todo ello lo plasmó en un famoso documento, conocido como el Informe Casement, redactado en 1904.Hay que decir que el Congo belga llevaba
ocupado por ese país desde 1885, pero no era propiedad de Bélgica, sino una
propiedad privada de su rey, Leopoldo II.
Como era de esperar, cuando se
hizo público ese informe, levantó muchas ampollas. Por supuesto, el Gobierno
británico fue el primero en tomar cartas en ese asunto, apoyando a varias
asociaciones para mejorar las condiciones de vida de los africanos de esa
colonia.
El Gobierno británico también
apoyó la actuación del líder socialista belga Emile Vanderveldey, el cual
exigió un informe realizado por una entidad independiente.
Así que, cuando se demostró la veracidad
de los datos aportados por Casement, el Parlamento belga se hizo cargo de la administración
de esa importante colonia.
Evidentemente, nunca lo enviaron a inspeccionar ninguna colonia británica, porque ellos tampoco trataban muy bien a los aborígenes.
En 1906, el Foreign Office lo destinó
a Brasil para investigar una serie de denuncias recibidas sobre el maltrato de una
compañía peruana a sus trabajadores en aquella zona y que estaba presidida por
el político peruano Julio César Arana.
Casualmente, tanto esa empresa
como los colonos del Congo belga, se dedicaban a la explotación comercial del
caucho. Un material del que carecían los británicos, aunque parece ser que luego
consiguieron cultivarlo en sus colonias de Asia.
Así que Casement elaboró y
publicó un informe en 1910. Incluso, su Gobierno le envió de nuevo en 1911, para
ver si, a pesar del gran escándalo producido, habían mejorado las condiciones
de vida de los indios. A lo que Roger respondió negativamente.
Todo ese gran esfuerzo le valió el título de caballero y empezó a ser conocido como Sir Roger Casement.
A estas alturas, creo que no
descubro nada si digo que el Gobierno británico solía utilizar a muchos de sus
ciudadanos, que vivían en el extranjero, como escritores, aventureros, arqueólogos,
etc, si no como espías, al menos, les pedía que le informasen sobre lo que
veían en las zonas donde estaban.
En 1913, después de haber
padecido varias enfermedades tropicales, fue retirado del Servicio Exterior y
regresó a Irlanda.
Desde 1801, Irlanda había pedido
varias veces la autonomía al Gobierno británico. Sin embargo, siempre había
sido rechazada por el Parlamento.
Así que Casement, que, por lo
visto, era un tipo muy apasionado, enseguida tomó partido por el Sinn Feinn,
que ya pedía la independencia de Irlanda, aunque lo hacía de una forma
pacífica. Supongo que eso ya no sería del agrado del Gobierno británico.
En 1914, tras haberse fundado el Ejército Ciudadano Irlandés, Casement viajó a USA para intentar obtener fondos y armamento. Supongo que se dirigió a ese país para
contactar con la inmensa colonia irlandesa residente en USA.Tras el estallido de la I Guerra Mundial,
estos grupos contactaron con el Gobierno alemán a fin de que les proporcionase
fondos y armas para que ellos pudieran iniciar una sublevación contra el Imperio
Británico.
En octubre de 1914, Casement
realizó un viaje a Alemania, haciendo escala en Noruega. Por lo visto, la
Inteligencia británica ya le estaba siguiendo de cerca. Incluso, pretendieron
sobornar a algunos de sus acompañantes para que lo mataran.
Parece ser que Casement llegó a firmar un tratado con
Alemania por el que, incluso, autorizaban el desembarco de tropas de ese país en Irlanda para poder combatir contra el Reino Unido.Otra de las actividades de Casement
en Alemania fue intentar reclutar soldados irlandeses, que se hallaban prisioneros
de los alemanes para hacerlos combatir contra los británicos. Sin embargo,
fracasó estrepitosamente, porque de unos 2.000 prisioneros, sólo consiguió convencer
a 52.
Incluso, se comenta que apoyó otro
plan alemán para ayudar a los hindúes a fin de conseguir su independencia del
Imperio Británico. Estaba claro que la idea de los alemanes era crearles más
frentes a los británicos a fin de que retirasen fuerzas del frente occidental.
Por otro lado, nadie avisó a
Casement del famoso Levantamiento de Pascua, que iba a tener lugar el
23/04/1916.
En cuanto se enteró, hizo muchas gestiones a fin de que los alemanes les enviasen más armas, pero se negaron a ello. Sin embargo, consiguió que le llevasen en un submarino alemán hasta la costa de Irlanda para tratar de impedir que se realizase esa rebelión, ya que estaba condenada al fracaso.
Por otro lado, un barco alemán,
disfrazado de barco noruego, que portaba el armamento a entregar a los
irlandeses, fue interceptado por un barco de la Armada británica, ya que habían
descifrado el código de las comunicaciones militares alemanas.
El capitán alemán, al verse perdido,
hundió su barco. No obstante, todos los tripulantes fueron rescatados y pasaron
a ser prisioneros de guerra.
Casement desembarcó del submarino
en la costa irlandesa en la madrugada del 21/04/1916. Parece ser que llegó con
pocas fuerzas, porque seguía teniendo problemas con la malaria.
Así que sus dos acompañantes lo dejaron para ir a buscar ayuda,
mientras que él se escondió en un viejo fuerte cercano a la costa.Sin embargo, había sido visto por
un sargento de la Policía irlandesa, el cual le detuvo y lo llevó a la
comisaría.
Aunque se había afeitado la
barba, lo reconocieron y le imputaron cargos de alta traición, sabotaje y
espionaje contra la Corona británica.
Por lo visto, los fiscales
tuvieron bastantes problemas legales, ya que la supuesta traición de Casement
se había realizado en Alemania y no en territorio británico, como prescribían
las leyes vigentes en ese momento. Así que tuvieron que interpretar una norma
de 1351 y añadirle una coma para poder condenarle.
También le sugirieron a su
abogado defensor que aceptara la publicación de sus diarios, que le habían sido
confiscados. De esa manera, podría ser declarado loco y salvaría su vida, pero
Casement se opuso a ello.
Por otro lado, el Gobierno británico, publicó algunas partes de sus diarios, en donde se demostraba su homosexualidad. Eso provocó que varias instituciones,
sobre todo, las católicas, que habían estado pidiendo clemencia para él, dejaran de hacerlo. No hay que olvidar que la homosexualidad era entonces un delito en el Reino Unido.Por ello, sólo unos pocos se atrevieron a pedir clemencia. Entre ellos, Sir Arthur Conan Doyle y George Bernard Shaw.
Las apelaciones contra su condena
fracasaron y el 03/08/1916 fue ahorcado. Antes de su ejecución, fue atendido
por dos sacerdotes católicos. Los cuales lo calificaron como santo.
No fue hasta 1965, cuando el premier británico
Harold Wilson autorizó el traslado de los restos de Casement a Irlanda. Sólo
puso como condición que no fuera enterrado en el Ulster.
Una vez en Irlanda fueron muchos los
que visitaron el lugar en
el que estaba expuesto su ataúd.
Posteriormente, tuvo
lugar un funeral de Estado con honores militares y su cadáver fue enterrado en
un cementerio de Dublín. Donde también se hallan los cuerpos de otros líderes
nacionalistas de Irlanda.
Todavía, hoy en día, sigue en
duda si aquellos diarios, en los que se mostraban inclinaciones homosexuales
eran verdaderos o falsos.
Los pocos expertos a los que les
han permitido analizarlos tienen posturas opuestas, sobre si es la letra de
Casement o no.
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