Esta vez voy a dedicar este
artículo a la figura de un militar que nunca ha sido del agrado de los
especialistas en la II Guerra Mundial. Unos lo critican por unas cosas y otros
por otras. Así que dejo que cada uno, tras haber leído este artículo, saque sus
propias conclusiones.
Nuestro protagonista de hoy se
llamaba Andrei Andreyevich Vlasov y nació en 1901 en una localidad de la
provincia de Nizhni Novgorod, que entonces pertenecía al antiguo Imperio Ruso.
Seguro que el nombre de esa ciudad
le suena a más de uno por haberse desarrollado en esa localidad algunos partidos
del Mundial de fútbol de Rusia 2018.
Nuestro protagonista era el hijo
número 13 de una modesta familia de campesinos. Aunque su padre también
trabajaba a veces como sastre.
Realizó sus estudios en un
seminario de la Iglesia ortodoxa rusa, hasta la llegada de la famosa Revolución
Rusa.
El caso es que, con sólo 16 años,
fue obligado a alistarse en las filas del Ejército zarista, sin ni siquiera
haber recibido, previamente, una mínima formación militar. Por cierto, era un tipo bastante
alto. Medía 1,92m.
Posteriormente, se alistó en el Ejército
Rojo, con el cual luchó en los frentes de Ucrania, el Cáucaso y Crimea. Destacó
en su labor y fue haciendo su carrera dentro del Ejército, tras haber sido
alumno de la prestigiosa academia militar de Frunze. Posteriormente, ejerció
como profesor de táctica militar en la misma institución.
Parece ser que no se unió al PCUS
hasta 1930. Se cree que unos años más tarde, formó parte de alguno de esos
tribunales militares, encargados por Stalin, para realizar la gran purga militar de
1937-38. Hay quien dice que eso le benefició para ascender más rápidamente,
pues esa purga se llevó por delante a casi todo el Alto Mando del Ejército
Rojo.
Increíblemente, en 1938, fue enviado
como asesor militar del dirigente nacionalista chino Chiang Kai-Shek, aquel que
luchó contra el comunista Mao durante la guerra civil china, aunque, en esa
época, luchaban juntos contra los japoneses.
Algunos dicen que en ese momento
fue cuando empezó a desarrollarse su ideología política. Pues fue en China
donde pudo contactar tanto con los nacionalistas como con los comunistas.
de fusileros, que era considerada
una de las peores unidades del Ejército Rojo, a la que dio un vuelco
considerable.
Parece ser que, tras una
inspección del mariscal Timoshenko, jefe del Ejército soviético, fue ascendido
a general de división, gracias a la gran labor realizada con esa unidad.
Calificándola como la unidad mejor preparada del Ejército.
En 1941, cuando comenzó la invasión
alemana de la URSS, Vlasov, tenía el mando del 4º Cuerpo de Ejército
Mecanizado. Ya por entonces era teniente general.
Con su unidad, consiguió parar la
ofensiva alemana y aguantar su posición durante una semana. También participó
en la defensa de Kiev y consiguió que su unidad escapara al cerco germano.
Incluso, cuando participó en la
defensa de Moscú, sus fuerzas consiguieron recuperar algunas localidades
tomadas por el enemigo y fue objeto de merecidos elogios por parte del diario soviético
Pravda, además de recibir varias condecoraciones.
Lo cierto es que se convirtió en
un general muy popular. Stalin lo utilizó como un ejemplo de un alto mando
surgido del proletariado. Incluso, el famoso escritor Ilya Ehrenburg, le dedicó
uno de sus poemas.
En enero de 1942 fue enviado a Leningrado
con la misión de intentar levantar el cerco alemán sobre esa ciudad. Lo cierto
es que consiguió penetrar unos 70 km en territorio enemigo.
Desgraciadamente, el resto de las
divisiones soviéticas no pudieron seguirle y se vio rodeado. El Alto Mando
soviético no le permitió retirarse, así que se estrechó el cerco y gran parte
de sus tropas fueron aniquiladas por el enemigo.
Precisamente, en ese sector
combatió la famosa División Azul, incorporada dentro del Ejército alemán, formada
por voluntarios españoles.
Parece ser que las tropas de
Vlasov estaban desesperadas. Tuvieron que comerse sus propios caballos y hasta
cortezas de árboles.
Sus superiores le ofrecieron a nuestro personaje un
avión para poder escapar.
Parece ser que fue apresado por
las tropas del general alemán Lindemann, el cual, tras interrogarle, lo envió
detenido a la retaguardia.
Dicen que Vlasov afirmó que,
durante esos días que permaneció escondido, tuvo tiempo para meditar sobre la
política de Stalin hacia su propio pueblo y se convirtió en anti-estalinista.
Sin embargo, varios de los
generales soviéticos, que promovieron sus ascensos, opinaban que haría esas
declaraciones por oportunismo o, simplemente, por salvar el pellejo ante los
nazis. Es posible que esos generales opinaran públicamente de esa forma para
salvar su propio pellejo ante Stalin, pues habían apoyado la carrera de Vlasov.
Durante su estancia en prisión,
Vlasov, conoció al capitán Strik Strikfeldt, un alemán, que había combatido en
el Ejército Blanco y que intentaba organizar una especie de movimiento
anticomunista ruso para intentar echar del poder a Stalin.
Parece ser que lo convenció. Así
que Vlasov escribió una especie de inf orme al Alto Mando
alemán, donde se
brindaba a cooperar para organizar una fuerza militar rusa que luchara en territorio soviético junto al
Ejército alemán.
Así que lo trasladaron a Berlín y
enseguida, se movilizó el aparato de propaganda de Goebbels. Siendo recibido
personalmente por este ministro.
Posteriormente, Vlasov y sus
colegas, estuvieron haciendo preparativos para organizar el llamado Ejército de
Liberación de Rusia, también conocido por sus siglas ROA. Incluso, estuvieron
contactando con una serie de políticos con el fin de tener preparado un
gobierno provisional para el momento en que fuera derrocado Stalin.
Incluso, a comienzos de 1943, redactó un folleto anticomunista, llamado la Proclamación de Smolensk, del cual se imprimieron miles de ejemplares, que fueron lanzados desde aviones alemanes sobre las líneas soviéticas a fin de incitar a los soldados soviéticos a la deserción.
Parece ser que, entre los militares alemanes que apoyaron a Vlasov, se encontraba el famoso Klaus von Stauffenberg. Aquel que protagonizó el famoso atentado contra Hitler.
Curiosamente, en la época de ese famoso intento de golpe de Estado, el propio general Lindemann, que había capturado a Vlasov, era uno de los jefes del Ejército de Reserva, con el que los golpistas intentaron derrocar a Hitler. Lo cierto es que no parece que este general estuviera involucrado en ese célebre suceso.
El propio Himmler intentó convencer a Hitler para que diera su aprobación a un ejército de este tipo. Formado por 10 divisiones, unas fuerzas blindadas y una pequeña fuerza aérea. El reclutamiento de esas tropas comenzó en el otoño de 1944.
De hecho, nuestro personaje, visitó varios campos de concentración a fin de intentar convencer a los rusos, que se hallaban allí encarcelados, para que se unieran a sus filas. Algo en lo que tuvo mucho éxito.
Al principio no tuvo demasiado eco. Luego, se apuntaron en tromba, cuando se enteraron de que, lo más probable, es que no tuvieran que combatir en el frente del este. Supongo que sería porque ellos sabrían que a Stalin no le gustaba hacer prisioneros y menos aún, si se trataba de desertores rusos.
A los que se alistaron les dieron unos uniformes parecidos a los de las SS, pero con una cruz de San Andrés, en el cuello, en lugar de las infames SS.
Al final, sus tropas estuvieron compuestas por prisioneros de guerra soviéticos, obreros forzados rusos y otros rusos zaristas que habían combatido en el Ejército Blanco contra los bolcheviques.
Lo cierto es que Hitler nunca se fio de Vlasov. Incluso, las unidades alemanas formadas por desertores soviéticos fueron trasladadas al frente occidental y nunca estuvieron bajo el mando de Vlasov.
Aparte de que, posteriormente, el propio Hitler dio la orden de que estas unidades fueran desmanteladas y sus integrantes pasaran a engrosar otras unidades del Ejército alemán y sin mandos rusos.
Parece ser que ya había unos 900.000 rusos luchando en las filas alemanas. Muchos de ellos fueron utilizados para intentar repeler el famoso Desembarco de Normandía.
Allí ocurrió una cosa muy curiosa. Se vio que, mientras muchos de ellos no opusieron mucha resistencia, en cambio, otros se batieron con todas sus fuerzas.
Parece ser que la razón estuvo en que la propaganda aliada, que nunca estuvo muy al corriente de lo que ocurría en el territorio soviético, les prometió que, si se rendían, los
devolverían muy pronto a sus lugares de origen. Lógicamente, allí les estaría esperando Stalin para eliminarlos a todos.La verdad es que no se sabe si esa desconfianza de Hitler venía dada por su anti-eslavismo o porque nunca consideró a Vlasov una persona fiable. Tampoco lo consideraba fiable el principal asesor militar de Hitler, el mariscal Keitel.
Parece ser que siempre trataron a Vlasov como a una figura decorativa, que sólo les podría ser útil a efectos propagandísticos.
Incluso, en cierta ocasión en que nuestro personaje visitaba territorio ruso ocupado por los alemanes, pronunció uno de sus acostumbrados discursos. Según parece, en Berlín no hizo ninguna gracia que se refiriera a los alemanes como unos “simples invitados” de los rusos. Habría que ver el cabreo que se pillaría Hitler. De hecho, mandó que lo arrestaran, aunque no lo entregó a la Gestapo.
En diciembre de 1944, Vlasov, redactó el Manifiesto de Praga. En este documento se fijaban 14 puntos, donde se indicaba que el objetivo final del Ejército de Liberación Ruso era la plena democratización de Rusia.
Parece que Vlasov conocía perfectamente a Stalin, porque solía decir a los desertores rusos que no tenía sentido escapar, porque, aunque volvieran y ganaran la guerra, Stalin los enviaría a todos a Siberia. Cosa que sabemos que hizo con todos los soldados rusos, que habían caído prisioneros de los alemanes.
Además, Vlasov, nunca fue partidario del antisemitismo. Incluso, se sabe que ocultó entre su Estado Mayor a 9 oficiales rusos de origen judío para que no fueran capturados por las temidas tropas de las SS.
Solamente se le permitió luchar al frente de sus hombres, cuando el Ejército alemán ya se batía en retirada. Eso fue en febrero de 1945 y no hizo un gran papel, porque tuvo que enfrentarse a unas fuerzas soviéticas muy superiores, mientras que él sólo disponía de una división. A pesar de ello, consiguió contener el avance de las mismas durante 3 días.
Posteriormente, retiró sus fuerzas hasta una zona cercana a Praga. Allí, sus colaboradores, le pidieron unir sus fuerzas contra los SS alemanes, que estaban destrozando ese país. De hecho, los nazis, le habían ordenado bombardear el campo de concentración de Büchenwald con todos los prisioneros dentro.
No se sabe si fue por la rabia causada porque los alemanes nunca se fiaron de ellos o, simplemente, por apuntarse al bando vencedor, lo cierto es que lucharon junto a las guerrillas checas contra esas fuerzas alemanas. Así también protegieron el casco antiguo de la capital, durante el heroico Levantamiento de Praga, iniciado el 5 de mayo de 1945.
Sin embargo, también tuvieron que luchar contra los partisanos checos comunistas, los cuales, cada vez que detenían a uno de esos soldados rusos, lo entregaban a los soviéticos para que lo mataran en el acto.
Así que Vlasov tomó la iniciativa de replegar sus tropas hacia el oeste de Alemania, donde se rendirían a las tropas USA del célebre general Patton.
No está muy claro si los militares USA aceptaron la rendición de las tropas de Vlasov. Lo cierto es que todos acabaron en manos de los soviéticos. Alrededor de unos 100.000, entre hombres, mujeres y niños, acabaron en los campos de concentración soviéticos. La mayoría de ellos murieron en el llamado Gulag de Siberia.
Parece ser que a Vlasov lo metieron dentro de un tanque y lo llevaron hasta la retaguardia soviética. Desde allí, lo introdujeron en un avión hasta Moscú.
Se sabe que fue llevado a juicio el 30/07/1946, el cual se celebró a puerta cerrada. A los dos días, fue condenado a muerte. Fue, inmediatamente, ahorcado junto con otros 11 compañeros suyos, en el patio de la infame prisión de la Lubyanka, en Moscú, donde también estuvo la sede de la KGB.
Parece ser que algunos oficiales aliados dejaron escapar a miembros del ROA hacia la zona de ocupación USA. Incluso, Liechtenstein, se negó a entregar a los que se refugiaron en su pequeño país y consiguió que fueran admitidos en Argentina.
Al día de hoy, en su país, se le sigue considerando un traidor. Aunque también hay algunos que opinan que pudo ser uno de los portavoces del descontento de muchos ciudadanos rusos con el terrorífico régimen de Stalin.
No obstante, hace pocos años, se remitió una petición al Fiscal General del Estado de Rusia, al objeto de que fuera revisado su caso, pero no fue tenida en cuenta por este funcionario.
Como ya habéis visto, en su país, se le sigue considerando un traidor a efectos militares. Lo que no se sabe es si se equivocó al fiarse de los alemanes para intentar derrocar a Stalin y llevar la democracia a Rusia. Cada uno puede dar su opinión al respecto.