ESCRIBANO MONACAL

ESCRIBANO MONACAL
UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

jueves, 27 de octubre de 2016

LA SITUACIÓN DE FRANCIA ANTES DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA



Está muy claro que es muy complicado resumir en pocas líneas cómo era la situación de todo un país europeo, donde, al igual que los demás, se daban todo tipo de circunstancias.
En mi opinión, Francia, salió muy maltrecha tras las guerras de religión y de la Fronda. Sin embargo, en un principio, el reinado de Luis XIV, que consiguió hacer funcionar
al país, hizo que mejorara claramente su economía en un clima de paz. También aumentó mucho su población. Ese es un dato muy importante.
Otro dato a tener en cuenta es que Luis XIV no tuvo ningún problema en atraerse a personas preeminentes al gobierno, aunque no pertenecieran a la nobleza. Así fue creando los llamados nobles de toga. Algo que no sentó nada bien a los miembros de la nobleza tradicional.
Esa es una de las grandes cualidades que, por lo general,  han tenido los Borbones. Pues siempre han tenido muy buen ojo para elegir a sus ministros.
El problema es que, más tarde, Francia, jugó a ser una primera potencia europea y, como todos los países que aspiran a serlo, se metió en guerras de todo tipo que asfixiaron su economía.
Aparte de ello, la mudanza de la corte a Versalles, donde no se reparaba en gastos y se vivía con un lujo asiático, también hizo que hubiera un mayor contraste entre la forma de vivir de los soberanos y el pueblo al que debían administrar.
Supongo que la decisión de Luis XIV de tener siempre en Versalles a los gobernadores de todas sus provincias, para tenerlos bien vigilados y que no le montaran otra Fronda, repercutiría en una toma de decisiones más lenta, para resolver cualquier problema, por muy pequeño que fuera.
También intentó hacer una jugada maestra al poner a su nieto al frente de la monarquía española. Sin embargo, eso sólo sirvió para enemistarse aún más con Inglaterra y provocar más guerras entre ambos países, pues abrió la posibilidad de que el mismo monarca reinara en los dos reinos.
Sin embargo, su sucesor, Luis XV, fue una persona amante del lujo y al que no le interesaban en absoluto las labores de gobierno.
Desde muy joven, sólo se preocupó de sus fiestas y de acostarse con todas las mujeres que le dio la gana. Mientras tanto, Francia, se metió en la Guerra de Sucesión de Austria y salió escaldada. Los impuestos hubieron de multiplicarse para pagar este conflicto bélico y los grandes gastos de la corte, y eso le hizo ser muy impopular entre su pueblo.
Además, como no se preocuparon por sus colonias ultramarinas, llegaron a perder casi todas ellas en guerras contra Inglaterra.
Concretamente, la Guerra de los Siete Años, que fue una especie de ensayo de guerra mundial, porque se combatió en todos los frentes posibles. Aunque afectó gravemente a Inglaterra, lo cierto es que llevó a la ruina a Francia.
En 1774, año de su muerte, las autoridades, tuvieron que tomar amplias medidas de seguridad para que no hubiera revueltas populares, celebrando el óbito. De hecho,
ni siquiera hicieron un funeral público, para prevenir las posibles alteraciones del orden.
Luis XVI ocupó un trono, que era, realmente, una herencia envenenada. Se encontró con un enorme déficit fiscal y con una ciudadanía exhausta, que ya no podía pagar más impuestos.
El rey estaba a favor de que las clases privilegiadas, o sea, el clero y la nobleza tradicional, también pagaran impuestos, pero ellos se negaron. Incluso, los mismos nobles de toga, que eran unos recién llegados a ese estamento, también se negaron a hacerlo.
En 1788, se dieron un conjunto de elementos que aceleraron la llegada de la Revolución Francesa.
Entre junio de 1783 y febrero de 1784, se dio un fenómeno natural, que influyó muchísimo sobre la vida de los europeos. A este tema le dediqué otro de mis artículos.
En Islandia, tuvo lugar la erupción de uno de sus volcanes. Este país puede parecer muy lejano, sin embargo, no hace muchos años, otro fenómeno similar, pero mucho más pequeño, provocó la suspensión de miles de vuelos comerciales.
Como no hay que olvidar que vivimos en el mismo planeta, la gran cantidad de cenizas, que expulsó el volcán, fueron a parar a la atmósfera, provocando que, durante meses,
no se pudiera ver el Sol.
Evidentemente, en una economía como la del siglo XVIII, basada en la Agricultura y la Ganadería, esto era realmente peligroso.
Así que la situación se tornó cada vez peor. Hasta hubo un año, donde no existió el verano, pues las temperaturas tuvieron un descenso considerable.
Además, en muchos sitios, como Inglaterra,  también Francia, muchos campos de cultivos se contaminaron con estas cenizas volcánicas y, por tanto, la cosecha fue muy mala. Especialmente, la de 1788.
No fue ninguna tontería. Se calcula que, de forma directa o indirecta, en todo el mundo, murieron unos 6.000.000 de personas a causa de la erupción de este volcán.
Llegados a este punto. Como siempre, al rey le hacía falta pasta y no se le ocurrió mejor forma de pedirla que reunir a los Estados Generales, o sea, el parlamento, que no se reunía desde hacía unos 80 años.
Previamente, había reunido a la Asamblea de Notables, que se negaron, rotundamente a pagar ningún tipo de impuesto. Luego, se puso en contacto con los Parlamentos regionales y éstos le persuadieron para que convocara a los Estados Generales.
La corte necesitaba muchos ingresos y no estaban dispuestos a vivir con menos lujo. Además, también se había hecho un esfuerzo fiscal muy importante para ayudar a los revolucionarios de USA en su guerra de independencia contra Inglaterra y las arcas del Estado estaban vacías.
Los nobles presionaron a los campesinos, subiéndoles los impuestos y los arrendamientos de sus tierras de labor. Aparte de quitarles las tierras comunales.
Al mismo tiempo, algunos nobles se confabularon con el clero para intentar recortar ciertos poderes que tenía el rey, como monarca absoluto.
También, como cada vez había menos grano, se corrió la voz de que los nobles los estaban acaparando y, en algunos lugares, se asaltaron sus almacenes a fin de repartirlos entre la gente.
El rey intentó ganar popularidad, elevando el número de representantes del Tercer Estado y permitiendo que enviaran unos “Cuadernos de quejas”, donde en cada zona le hacían una serie de peticiones al monarca. Está claro que en la corte, ni se molestaron en leer estos cuadernos.
También, algunos autores dicen que una serie de nobles organizaron unas partidas de bandidos, que se dedicaron a asaltar las propiedades y las tierras de los campesinos y así hacer que éstos pidieran la protección de los nobles. A cambio de subir la tarifa, claro está.
A la vez, hicieron correr la voz de que varias potencias extranjeras se estaban preparando para invadir Francia. Supongo que esto lo inventarían para unir al país y que la gente no hiciera caso al mensaje de los revolucionarios.
Del mismo modo, el fenómeno llamado Gran Miedo, produjo que algunos campesinos se organizaran y asaltaran las propiedades de los nobles, matando a algunos de ellos y quemando los documentos, donde figuraban las deudas de los campesinos.
Evidentemente, si el monarca hubiera dejado entrar a la burguesía en el gobierno, no se hubiera producido ninguna revolución. La razón es muy simple. Esa era una sociedad muy estamental y no se podía ascender de un estamento a otro. Los campesinos sólo producían, a veces, algunas revueltas, pero nunca una revolución como tal.
Tradicionalmente, existían tres estamentos. El primero era la Iglesia, formada por unos 120.000 clérigos.
El segundo, era la nobleza. Formada nada menos que por unos 400.000, que no está nada mal para una población total de unos 27.000.000 de habitantes.
Evidentemente, ninguno de esos dos estamentos pagaba ningún tipo de impuesto. Los primeros se amparaban en que ellos rezaban por el bienestar de Francia. Los segundos, se suponía que estaban para defender al país de sus enemigos.
Obviamente, como estos dos estamentos no generaban recursos, pues los del Tercer Estado, o sea, todos los demás, tenían que sostenerlos a ellos y a toda Francia.
En el Tercer Estado se hallaba la burguesía. Este era un grupo cada vez mayor de gente, que se había enriquecido con su trabajo o con los negocios y no entendía por qué tenía que estar en el mismo grupo que los campesinos. También pensaban que, ya que ellos eran el principal sostén del Estado, éste debería de darles un papel importante en la Administración del mismo. Algo a lo que los otros dos estamentos se negaban rotundamente.
En aquel momento, por mucho que uno lo intentara, era totalmente imposible ascender en la escala social, aunque se tuviera una buena fortuna o una amplia formación académica.
Claramente, como la burguesía era poco numerosa, necesitaron la ayuda del resto de los miembros del Tercer Estado. Es posible que se beneficiaran de las necesidades que estaba pasando la población para atraérselos a su bando. Seguramente, a los burgueses les importaba un rábano lo mal que lo pasara el campesinado.
La verdad es que tuvo que ser muy complicado hacerlo, porque, en Francia, buena parte de la población tenía al monarca como una especie de semidiós. No es exagerada esa afirmación, pues, desde la Edad Media, de cada monarca francés,  se decía que tenía el poder de curar ciertas enfermedades, con sólo tocar al enfermo. Eso se practicó durante siglos y todavía, en el siglo XVIII, había mucha gente que se lo creía.

Por otra parte, ya se sabe que, cuando a la gente le va bien, nadie suele mirar los gastos. En cambio, cuando se pasan necesidades, la gente ha de apretarse el cinturón. Con la diferencia de que la Administración del Estado no suele hacerlo y menos en esa época, cuando el gobierno ni siquiera confeccionaba unos presupuestos. Ni la casa real tenía una asignación fija. Así que los lujos de la corte eran sumamente impopulares para el pueblo, que era quien los pagaba, aunque ellos no tuvieran para comer.
Para colmo, los ministros de Hacienda, intentaron establecer una especie de economía preliberal. Así que, en vez de proteger los bolsillos de los ciudadanos, decretaron la libertad de precios y los hundieron aún más en la ruina más absoluta.
Lo cierto es que, entre la convocatoria de los estados Generales, realizada en agosto de 1788 y el comienzo de las sesiones, en mayo de 1789, se dieron muchas luchas de poder.
Esencialmente, los nobles confabulados con el clero, querían seguir con el procedimiento tradicional en las sesiones, o sea, un voto por cada estamento. Así el Tercer Estado estaría en inferioridad de condiciones y siempre perdería a pesar de ser el más numeroso de todos. Por ello, pidieron el voto por cabeza.
Tras el inicio de las sesiones, en los siguientes meses se formaron diferentes comisiones para tratar cada tema. A la vez, se presentaron nada menos que unos 60.000 cuadernos de quejas. La mayoría de esas peticiones solicitaban una amplia rebaja en los poderes absolutos del monarca.
Probablemente, en un principio,  lo que buscaba la mayoría de la burguesía era redactar una constitución, para aclarar los derechos y obligaciones del Pueblo, el Gobierno y la Corona. No creo que estuvieran a favor de hacer una revolución. Es posible que decidieran hacerla cuando ya no vieran otra salida que esa.
La desproporción entre los representantes de los tres Estados era realmente abismal. El clero envió 291 representantes, mientras que la nobleza tenía 270 y el Tercer Estado nada menos que 578. Evidentemente, cuando se unían la nobleza y el clero, ya no había tanta diferencia.
También es preciso decir que las ideas de muchos de los diputados no coincidían con las de sus respectivos estamentos. Así, hubo algunos clérigos y nobles que estaban a favor de otorgarle mayores derechos a la burguesía. Es posible que fuera porque algunos estuvieran emparentados con los miembros de ese estamento o porque seguían las nuevas ideas que trajo la Ilustración.
También ocurrió que el Tercer Estado se opuso, desde el principio, a que cada estamento tratara los asuntos por separado. Así que en junio se reunieron en Asamblea Nacional, invitando a los miembros de los otros estamentos a reunirse con ellos. Parece ser que muchos clérigos acudieron a ese llamamiento, pero no ocurrió lo mismo en el caso de los nobles.
Esta vez, el rey dio la razón a los nobles y ordenó que expulsaran a los del Tercer Estado del lugar donde se habían reunido.
Esto provocó que se trasladaran a una especie de frontón, donde juraron no moverse de allí hasta que redactaran  una constitución para Francia. Así se llegó al concepto de que la soberanía reside en el pueblo y no en la voluntad absoluta del monarca de turno.
Así que, en julio, consiguieron convertir esa reunión en una Asamblea Constituyente. O sea, un parlamento exclusivamente creado para redactar una Constitución.
Poco a poco, también fueron llegando los miembros del clero a ese local, para reunirse con los del Tercer Estado, allí reunidos. Es más, el rey pidió a la nobleza que también se desplazara hasta ese lugar y se reuniera con ellos.
Parece ser que el pueblo estaba inquieto por la falta de noticias sobre esas reuniones. Además, necesitaba soluciones rápidas para el hambre que estaba diezmando a la población.
La destitución, por el rey, del ministro de Hacienda, Necker, hizo pensar que  pensaban subir aún más los impuestos. Aparte de que la gente pudo comprobar que se estaban reforzando las medidas de seguridad, pues habían llegado nuevos efectivos militares a la capital.
Ese estado de cosas fue el ideal para los demagogos radicales, como Camille Desmoulins, cuyos discursos hicieron que el pueblo se pusiera en marcha y decidiera atacar la infame prisión de la Bastilla, considerada como un símbolo de la represión del régimen monárquico.
Como todo el mundo sabe, esto ocurrió el 14 de julio de 1789 y fue el comienzo de la revolución..
El rey se persona en París, para ver lo ocurrido y allí se encuentra con que los revolucionarios querían establecer una especie de alianza entre el Pueblo y la Corona. No obstante, muchos nobles creen que el rey ha sido débil en sus decisiones y empiezan a tomar el camino de exilio.
Como me está quedando este artículo un poco largo, voy a cortarlo aquí y hacer una segunda parte. 

5 comentarios:

  1. En el libro: La revolución Francesa y el Imperio (1787- 1815) de Georges Lefebre, se toca extensamente este tema y en un lenguaje igual de ameno al que usas en tu articulo. Estimado Aliado, para haber condensado digamos en 20 párrafos lo que trata dicho libro en casi sus tres cuartas partes, lo haz hecho excelente. Nuevamente te felicito y a la vez te agradezco que nos permitas estas cosas gratas en internet.

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    1. Celebro que te haya gustado y de veras que agradezco mucho tus comentarios.
      Tampoco me importaría que cualquiera dijera que no le hubiera gustado. Cada uno tiene libertad de opinión.

      Saludos.

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  2. esta forma de aprender historia , es el mejor método para las escuelas, y fomentar esas inquietudes, una pena que sigan metiendo tochos de lectura, gracias por su labor

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    1. Muchísimas gracias por tu amable comentario.
      A mí también me han parecido siempre un rollo esos tochos, que no suelen servir para que la gente se aficione a la Historia.
      Muchas gracias de nuevo y saludos.

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    2. esta obra de la ilustracuion del siglo 28 es una espedicion extratosferica iluminada por el autor rosseau

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